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Imprudencia temeraria

Rodriguez Zapatero, su imprudencia, su soberbia, su ansia infinita de poder, su incompetencia, su temeridad, su debilidad y su cobardía serán responsables en segundo grado del previsible fracaso de este proceso insensato y de sus consecuencias.

La culpa, una vez más, es del PP. Antes incluso de que se haya escenificado el fracaso del nuevo intento de negociación con ETA, el PSOE y sus medios afines ya apuntan al PP como máximo responsable para el caso de que los terroristas decidan romper su tregua. El egoísmo de la oposición, que antepone sus intereses partidistas al logro de la paz y que ha dejado al presidente del Gobierno sólo ante el peligro, será en última instancia la causa de haber perdido una oportunidad única acabar de una vez por todas con el terrorismo.

La realidad es que si al final de este proceso lo único que hay es una nueva victima, sólo habrá dos culpables. El primero y principal, sin duda, será la propia ETA. Serán culpables los asesinos que aprieten el gatillo o que coloquen la bomba, pero lo serán también todos aquellos que los apoyan, que los justifican, que los amparan políticamente, que los financian y que jamás condenan sus crímenes.

Pero el segundo responsable será Rodriguez Zapatero y será culpable por imprudencia temeraria. Zapatero heredó una ETA que se había mostrado incapaz de matar, pese a intentarlo, durante más de un año. Zapatero heredó una ETA que había sido desmantelada en sus estructuras criminales. Zapatero heredó una ETA incapaz de mantener el terrorismo callejero. Zapatero heredó una ETA descabezada políticamente. Zapatero heredó una ETA aislada socialmente y excluida de todas las instituciones democráticas. Zapatero recibió una ETA estigmatizada y repudiada internacionalmente en todos los foros, desde la Unión Europea hasta Estados Unidos, pasando por Naciones Unidas. Zapatero heredó una ETA sin un horizonte estratégico para su actividad criminal.

Cegado por un interés estrictamente electoral, Zapatero inició un proceso de negociación política con los terroristas en busca de una mayoría absoluta que parecía inalcanzable por cualquier otro medio democrático. Lo hizo en contra del principal partido en la oposición, al que traicionó en el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo. Lo hizo de espaldas a la sociedad, a la que ocultó toda la información de la que disponía. Lo hizo en contra de la Justicia, que no asumió la tregua del Estado de Derecho que pretendía establecer Zapatero. Lo hizo traicionando el mandato parlamentario, que exigía a los terroristas una voluntad inequívoca de abandonar la violencia para poder iniciar el proceso. Lo hizo en contra de sí mismo, que había establecido como premisas que no habría negociación política mientras no hubiera paz y que en ningún caso se pagaría a los terroristas un precio por dejar de matar.

Iniciar un proceso en estas circunstancias sólo puede ser calificado como una manifiesta imprudencia temeraria. Hoy ETA ha recompuesto sus estructuras operativas, como muestra el robo perpetrado en Francia de más de quinientas pistolas. Hoy ETA ejerce cotidianamente el terrorismo callejero y ha recuperado el dominio de las calles del País Vasco. Hoy ETA ha regenerado su liderazgo político y marca la agenda y los ritmos al propio Gobierno. Hoy ETA ha recuperado la presencia y el protagonismo social que había perdido. Hoy ETA acude a manifestarse a Bruselas mientras el parlamento Europeo debate sobre el conflicto vasco. Hoy ETA se muestra segura de que podrá derrotar al Estado español y que más pronto que tarde alcanzará todos y cada uno de los objetivos por los que ha asesinado a cientos de inocentes durante décadas.

Rodriguez Zapatero, su imprudencia, su soberbia, su ansia infinita de poder, su incompetencia, su temeridad, su debilidad y su cobardía serán responsables en segundo grado del previsible fracaso de este proceso insensato y de sus consecuencias. Los terroristas serán sin duda los primeros culpables y deberán pagar todos sus crímenes pudriéndose en la cárcel, pero Zapatero será también responsable y deberá pagar en las urnas su error y su irresponsabilidad.

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