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El deshonor de una Fiscalía y de una Universidad

Churchill ya advirtió contra ese "deshonor" que, en nombre de la "paz", no conseguiría tampoco evitar la guerra. Nosotros lo acabamos de volver a presenciar en dos ámbitos tan decisivos como el universitario y el judicial.

En una nueva muestra de ese, más que estéril, contraproducente e indigno empeño de intentar contentar a los que no se van a contentar, la Fiscalía ha decidido cambiar el criterio que mantenía hasta enero de este mismo año contra el diario etarra Egunkaria, y ha decidido el sobreseimiento de la causa. Ni que decir tiene que las numerosísimas pruebas –incluidas las extraídas de la documentación incautada a los etarras– que dejaban en evidencia la vinculación de ese "diario" con ETA son las mismas entonces que ahora. Lo que ha cambiado es el muy conocido y proclamado deseo del Fiscal General del Estado de que la ley "no sea obstáculo" a un proceso involucionista que no sólo los terroristas venden como "proceso de paz".

No hay, pues, de qué sorprenderse. Conde Pumpido ya dio serviles muestras, mucho antes del "alto el fuego", de que no le importaba que su toga y su prestigio como jurista se mancharan con el polvo de ese camino que, ya entonces y todavía ahora, el gobierno de Zapatero y la organización terrorista transitan juntos.

Menos aun nos deben sorprender las bochornosas declaraciones del rector de la Universidad del País Vasco, Juan Ignacio Pérez, conociendo la todavía más antigua y deplorable trayectoria de complicidades, cobardías y silencios que, junto a las heroicas, se han producido en ese ámbito universitario. No contento con maquillar la chantajista tregua a la que nos somete ETA como si de una "oportunidad histórica de paz" se tratara, el rector ha hecho un llamamiento para que la Universidad tenga un "papel más activo" en favor de ese ilegitimo e ilegal proceso de negociación. Su personal y académica contribución ha empezado por recordar, en un mismo plano, tanto a los profesores asesinados por ETA o los que tienen que acudir a clase con escolta, como a los encausados en la Audiencia Nacional por formar parte de la estructura terrorista o a los terroristas de ETA que quieren estudiar en dicha universidad.

Churchill ya advirtió contra ese "deshonor" que, en nombre de la "paz", no conseguiría tampoco evitar la guerra. Ahora acabamos de volver a presenciar, en ámbitos tan decisivos como el judicial y el universitario, dos muestras de ese deshonor que, ciertamente, tampoco evitarán la vuelta de ETA a la "lucha armada".

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