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Una oportunidad perdida para el PP canario

El acuerdo entre PP y CC hace ver a los votantes populares que los suyos podrían ser perfectamente capaces, a poco que le dejara el nacionalismo, de llegar a acuerdos en los que sólo cuente el poder y no el programa, como hace el PSOE.

Nada hay que objetar a la decisión del PP de pactar con Coalición Canaria el Gobierno de las islas. Una vez rechazada su propuesta de que gobernara el más votado en todas las comunidades, no existía ninguna razón a priori para que el PSOE pudiera pactar incluso un "heptapartito" y el PP no llegar a ningún acuerdo. El problema son los detalles del compromiso con el que CC gobernará en Canarias con los populares ocupando varios puestos en el Ejecutivo.

Cabía esperar que el PP impusiera a los nacionalistas parte de su programa, dada la necesidad que tenían de contar con el apoyo de los populares para poder conservar la presidencia del Gobierno canario. López Aguilar se presentó obligado por Ferraz y tenía ese como único objetivo; cualquier otra cosa le parecía poco viniendo del Ministerio de Justicia. No ha llegado al extremo de Miguel Sebastián, pero sería realmente raro que aguantara toda la legislatura como jefe de la oposición. En principio, el gancho que ha supuesto en estas elecciones no lo tendrá el PSOE canario en el futuro, que además puede debilitarse con las previsibles luchas internas que le esperan durante los próximos cuatro años. Así, CC y PP esperan salir reforzados de este pacto, pero la conveniencia del mismo hacía que los populares tuvieran cierto margen para negociar a poco que tuvieran algo de cintura.

Sin embargo, José Manuel Soria ha aceptado firmar un pacto en el que se consagra el proteccionismo comercial y platanero, promueve la "identidad canaria" en las escuelas o limita la población de las islas, cabe suponer que prohibiendo a los "godos" establecerse allí. Ha renunciado a las medidas más liberales y acertadas de su programa, como el tipo único y reducido del IRPF, posible gracias al Régimen Económico Fiscal propio que podrían disfrutar los canarios pero que, gracias al intervencionismo del que participa el PP, más bien lo padecen. Las únicas medidas liberales que se tomarán están casi obligadas por la competencia de otras comunidades gobernadas por el PP y poco mérito tiene su adopción.

El acuerdo entre PP y CC hace ver a los votantes populares que los suyos podrían ser perfectamente capaces, a poco que le dejara el nacionalismo, de llegar a acuerdos tan alambicados e indecentes como los del PSOE en Baleares o Cataluña, en los que sólo cuenta el poder y no el programa. Mariano Rajoy debería recordar que la derecha social no es tan sectaria como la izquierda y que se mueve mucho más por principios. Violarlos no le facilitará conservar el capital político que ha obtenido en el debate.

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