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La élite se enfada con el pueblo estadounidense

No hay ningún defecto en las leyes existentes que la nueva hubiera corregido. Pero no hay ley adecuada si no se hace cumplir.

Con la Casa Blanca, los líderes de ambos partidos políticos y los medios de comunicación apoyando todos con firmeza la ley de "reforma integral" de la inmigración, ¿cómo se la logró frenar en el Senado hace un par de semanas?

Fue el pueblo. De eso trata la democracia.

Cuando los miembros del Congreso empezaron a verse inundados de cartas, llamadas de teléfono y enfurecidos correos electrónicos de sus votantes, se dieron cuenta de que el juego había terminado y que sus carreras podrían acabarse si no prestaban atención a lo que les estaban diciendo.

Esta ley fue de principio a fin un insulto a la inteligencia de los norteamericanos. Tras la derrota, las élites insisten en seguir insultándonos. A los engañosos argumentos les siguieron procedimientos fraudulentos para aprobar a toda prisa esta ley en el Senado, sin deliberaciones en el comité correspondiente, con restricciones al debate y con los detalles de esta enorme ley difundidos a última hora de modo que los senadores tuvieran que votar por algo que apenas habían tenido tiempo de leer.

Entre los argumentos engañosos estaba que los inmigrantes ilegales estaban haciendo "los trabajos que los norteamericanos no hacen". Lo que realmente querían decir es que aceptaban los bajos salarios que los estadounidenses no quieren. Otro era que "no podemos encontrar y deportar a doce millones de personas".

Un problema mucho mayor que estos doce millones de personas son las decenas de millones más que casi con toda seguridad llegarían, legal o ilegalmente, si se aprobaba la amnistía. Después de todo, había sólo tres millones de inmigrantes ilegales la última vez que se aprobó una ley de amnistía, allá por 1986. Así es como conseguimos llegar a los doce millones.

Las investigaciones hechas por la Fundación Heritage indican que se puede esperar que varias decenas de millones de personas más atraviesen la frontera de México en los próximos años a menos que se haga algo para pararlos. No serían todos mexicanos. Personas de otros países entran en los Estados Unidos desde México porque esa frontera está muy mal vigilada. Un dato que sin duda los terroristas encuentran muy conveniente para sus planes.

La "reforma integral" de la inmigración no ofrecía nada que pudiera disuadirles de venir. El ex fiscal general de Estados Unidos Edwin Meese III expuso lo poco que esta ley fortalecía las medidas previstas en las leyes de seguridad fronteriza en vigor, en una columna publicada el 7 de junio en el Wall Street Journal.

Una vez derrotados, los elitistas que querían aprobar la ley de inmigración en el Congreso a toda velocidad antes de que nadie pudiera examinar lo que había en ella nos aseguran, con aires de superioridad, que fuimos idiotas por dejar el problema sin resolver. Dicen que así continúa la "amnistía silenciosa". Inteligente, pero no cuela.

No hay ningún defecto en las leyes existentes que la nueva hubiera corregido. Pero no hay ley adecuada si no se hace cumplir. Dado que el Gobierno federal no aplica las leyes existentes y numerosos políticos estatales y locales las sabotean activamente prohibiendo a la Policía dar parte de la presencia de inmigrantes ilegales a las autoridades, da la sensación de que las leyes existentes podrían ser eficaces si se hicieran cumplir.

La propuesta de ley integral de inmigración daba al gobierno apenas 24 horas para "investigar" a cada inmigrante ilegal antes de darle el visto bueno y convertirlo en legal. Eso deja claro que no había ninguna intención seria de investigar a ningún inmigrante o de hacer cumplir la nueva ley. No se puede lograr que aprueben una solicitud de una tarjeta de crédito en 24 horas, pero el Congreso estaba dispuesto a abrir las fronteras de par en par a millones de personas en base a investigaciones de 24 horas.

Todo lo que dijeron sobre investigar a los inmigrantes ilegales fue sólo de cara a la galería, con la intención de engañar a un público crédulo. Pero cuando el público resultó no ser tan crédulo como los políticos y las élites pensaban, la reacción ha sido insultar algo más su inteligencia. Ahora aseguran que las quejas estuvieron provocadas por programas conservadores de radio y dan a entender que la causa fue la xenofobia, si no  el racismo.

Cualquier persona que de verdad escuche programas de radio conservadores o haya leído a quienes se opusieron a esta ley de inmigración saben que eso es una sandez. Los elitistas deberían molestarse por lo menos en inventar algunos insultos nuevos, en lugar de repetir los mismos una y otra vez.

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