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EDITORIAL

ZP nos esconde su factura de la luz

Se supone que un Gobierno como el de Zapatero, que tanto ha presumido de sensibilidad ecológica y tanto ha sermoneado a los ciudadanos sobre la necesidad de reducir el gasto energético, sería el primer interesado en demostrar que predica con el ejemplo

Se supone que un Gobierno como el de Zapatero, que tanto ha presumido de sensibilidad ecológica y tanto ha sermoneado a los ciudadanos sobre la necesidad de reducir el gasto energético, sería el primer interesado en demostrar que predica con el ejemplo. El Gobierno, sin embargo, se ha negado a facilitar una comparativa de la factura de la luz del Palacio de la Moncloa y de los distintos ministerios entre los últimos años del Gobierno de Aznar y los tres primeros ejercicios de esta legislatura, aun cuando se le ha requerido por el PP en forma de pregunta parlamentaria.

Vista la impresentable excusa de que "la evolución comparativa del gasto no puede llevarse a cabo en términos homogéneos", nos tememos que la verdadera razón del Gobierno de Zapatero para negarse a informar sobre su consumo eléctrico sea que su hipocresía a la hora de predicar lo que no practica no vaya muy a la zaga de la del ex vicepresidente norteamericano Al Gore. Como recordarán, este galardonado adalid de la austeridad energética como freno a un supuesto y apocalíptico cambio climático, consumía en su casa de Tennesse veinte veces más electricidad que una familia media de Estados Unidos.

Comprendemos que al Gobierno de Zapatero le hará tan poca gracia que le pregunten lo que gasta en electricidad como la que le hizo a la ex ministra Trujillo que le preguntasen por el tamaño de su despacho, tras considerar que un piso de 25 metros cuadrados era "un tipo de vivienda acorde a la estructura familiar del siglo XXI".

Claro que hay con todo una diferencia, tanto en favor de nuestra ex ministra como del ex vicepresidente norteamericano: aunque Trujillo se ausentase ese día del pleno, la pregunta sobre el tamaño de su despacho fue, al menos, contestada en el Congreso; en cuanto a la desorbitada factura de electricidad de Al Gore, hace ya tiempo que la paga de su bolsillo.

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