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Fundación Heritage

Victoria en Irak

Creo poder afirmar que hay una esperanza muy real de que el próximo año el mundo pueda ver una victoria genuina, a la antigua usanza, en la guerra de Irak.

Tony Blankley

Estén a favor o en contra de la guerra, se ha convertido en algo preceptivo para los comentaristas de todo signo no mencionar jamás la posibilidad de victoria en Irak. Lo máximo que los pacifistas admitirán es que el aumento de tropas ha conseguido obtener una ventaja militar temporal en una guerra que no puede ganarse militarmente. Lo máximo que los favorables a la guerra afirmarán es que ellos ven una posibilidad de "éxito" quizás, tal vez, algún día, de un modo u otro.

Pero ahora que en Estados Unidos conmemoramos el día de los Veteranos, creo poder afirmar que hay una esperanza muy real de que el próximo año el mundo pueda ver una victoria genuina, a la antigua usanza, en la guerra de Irak. En cinco años, habremos derrocado al Gobierno de Sadam, matado, capturado o echado del país a casi todos los terroristas de al-Qaeda, suprimido a las violentas milicias chiítas e inducido a los líderes tribales sunníes y a su gente para que abandonen su resistencia y envíen a sus hijos a enrolarse en el ejército y la policía y busquen la resolución pacífica de las disputas. Y habremos estado apoyando a un ejército multipartito, tribalmente inclusivo y capaz de mantener la paz que nuestras tropas establecieron.

Los informes que salieron de Irak el mes pasado sugieren que todavía no estamos allí, pero casi. Como el Washington Times resumió esta semana: "La Associated Press informó que ‘el crepúsculo causa atascos en el tráfico del principal distrito de esta otrora opulenta sección de Bagdad y centenares de personas salen a dar una vuelta al paso de bien surtidos tenderetes, panaderías y carnicerías. Para muchos en Amariyah, se parece a algo cercano a un milagro'. Según el Washington Post, 'el número de ataques contra las fuerzas de Estados Unidos ha caído a niveles que no se veían desde antes del atentado en febrero de 2006 contra un santuario chiíta en Samarra que desató oleadas de matanzas sectarias... El número de bajas americanas en octubre cayó a 39, el nivel más bajo desde marzo de 2006'."

Y el jueves, el New York Times señaló que "las fuerzas norteamericanas han destrozado a al-Qaeda en Mesopotamia, la red militante iraquí, en todos y cada uno de los barrios de Bagdad, dijo hoy un alto general norteamericano, permitiendo que los militares que vinieron con el aumento de tropas se vayan tal y como estaba previsto". El periódico Investor's Business Daily hizo una valoración: "Muchos analistas militares –incluyendo a algunos que no apoyan la guerra– han concluido que Estados Unidos y sus aliados están a punto de ganar."

El pasado fin de semana, el primer ministro iraquí Nuri al-Maliki dijo que la violencia entre sunníes y chiítas prácticamente ha desaparecido de Bagdad con un descenso del 77% en ataques terroristas. Esto fue confirmado por el general de división Rick Lynch, comandante de las fuerzas norteamericanas al sur de la capital: "Si no hubiera tanta gente iraquí viniendo a ayudarnos, pensaría que esto es flor de un día. Pero no es el caso".

Todo esto es el resultado de la operación militar exitosa sobre la que menos se ha informado desde la invención del telégrafo (si quiere un informe detallado de la campaña de contrainsurgencia al mando de los generales David Petraeus y Raymond Odierno, lea el minucioso artículo de Kimberly Kagan al respecto en el Weekly Standard). Pero lo que debemos sacar en claro en lo que al aumento de tropas se refiere es que, aunque ha sido una operación militar brillante, nunca fue sólo una operación militar. Antes bien, desarrolló una infraestructura política, económica y de comunicaciones que está permitiendo la reconciliación a nivel local. Estamos construyendo un Gobierno representativo de abajo arriba, no desde la Zona Verde hacia abajo. A pesar de tener un Gobierno nacional frágil e inepto, en las ciudades y las provincias, bajo la tutela de las fuerzas militares de Estados Unidos, parece que se está creando un orden de entre el caos.

La victoria no habrá salido barata. Según la Associated Press, 3.861 tropas americanas han encontrado la muerte en Irak. El domingo pasado asistí a la conmemoración del Día de los Veteranos en el cementerio nacional Dallas-Fort Worth. Mi único papel allí era el de esposo de la oradora principal. Después de las ceremonias formales, mientras charlábamos con la gente, tuve una conversación con un ex marine. Él estaba allí con su hijo de 8 años. Me contó que su hijo de 21 años –el mayor de los cuatro que tiene– había muerto en combate hacía apenas un par de meses en Irak.

Nos mostró un retrato de su hijo muerto. Era el de un chico apuesto, de expresión abierta y sincera, poseedor de una sonrisa ganadora y que estaba apoyado en su vehículo blindado. Murió capitaneando a sus hombres en pleno fragor de la batalla. Ahora está enterrado en el cementerio de veteranos del centro de Tejas, allí donde el pasado domingo sopló un fuerte viento que arrancó muchas de las banderitas americanas que servían de homenaje a nuestros guerreros caídos. Y el niño de 8 años –que idolatraba a su hermano mayor– apenas si puede esperar a ser lo bastante mayor para enrolarse y acabar el trabajo que empezó su hermano. (Claro que nosotros sabemos que, en este mundo, ese trabajo nunca estará acabado, ya que el período de la posguerra siempre desemboca imperceptiblemente en un nuevo período de preguerra.)

Al estar allí rodeado por las miles de tumbas de aquellos veteranos y mirando la cara de los dolientes, pienso en esos jóvenes héroes que hoy están haciendo posible la victoria en Irak recordando lo que Ronald Reagan dijo, citando a Stephen Spender, sobre los hombres que treparon los acantilados de Pointe de Hoc en Normandía, y a ellos:"Ustedes son hombres que durante sus vidas lucharon por la vida, y dejaron este aire firmado con su honor".

©2007 The Heritage Foundation
* Traducido por Miryam Lindberg

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