Las sombras del PP
Rajoy, duro es reconocerlo, lucha contra las sombras. Las suyas y las de otros. No quiso subir el cuadrilátero cuando el Gobierno lo retó y ahora ya es tarde.
Rajoy no asistió a la manifestación de la AVT. La Rebelión Cívica se resintió. Malo. Sombras. Elorriaga dice que España no se rompe sino que se multiplica. El discurso sobre España del PP se resquebraja. Malo. Sombras. Costa sugiere pactos postelectorales con los nacionalistas. La solvencia del discurso nacional creado por la oposición corre el riesgo de disolverse en el nihilismo tecnócrata del antiguo ministro. Malo. Sombras. Saez de Santamaría, después de haber quemado cuatro millones de firmas contra el Estatuto de Cataluña, justifica que al pueblo no le importa quién gobierne sino que lo haga con eficacia. Esta señora no pide, como haría cualquier militante de base con un poco sentido común, el voto para el PP por su honradez y eficacia en el Gobierno y en la oposición, sino que cuestiona la eficacia de un "partido" abstracto como si fuera un hombre-masa, de esos que pueblan a cientos las universidades españolas. Malo. Sombras. Y, además, Rajoy reitera que gobernará en minoría. No entiendo por qué este hombre no pide mayorías. Malo. Sombras.
El PP crea sombras por todas partes y se allana a los golpes de efectos cotidianos que produce la fábrica socialista. No pasa un día sin que los socialistas dejen de producir alguna fantasmagoría. Algún engaño. El espectáculo lo dominan a la perfección. Y, encima, nadie habla de ETA y Otegi, de ETA y De Juana, de ETA y Navarra, en fin, de los negocios del Gobierno de Zapatero con el terrorismo de ETA. No están. Nadie los cita. Son sombras lejanas. Eso es terrible para el PP, sencillamente porque no hay posibilidad de combate. No hay dos boxeadores en el ring, entre otras razones porque a uno no se le permite subir al cuadrilátero. El combate está suspendido por falta de oponente.
Rajoy, duro es reconocerlo, lucha contra las sombras. Las suyas y las de otros. No quiso subir el cuadrilátero cuando el Gobierno lo retó y ahora ya es tarde. Y, encima, las sombras de las leyes de matrimonios homosexuales, de "Educación Cívica" y el famoso laicismo amenazan con quitarle votos, que irían, naturalmente, al partido de Vargas-Llosa. El famoso "monstruito liberal", ese progre de salón, que tanto gustaba alimentar al PP.
Veo, pues, sombras por todas partes. Ojalá me equivoque y todo sea un problema de visión achacable a la edad.
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