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Saúl Pérez Lozano

¡M...!

Pero la "¡M...!" escatológica del teniente coronel presidente no es la única repelente, hay otra "¡M...!" que debe tenerlo profundamente mortificado y ésta sí se puede pronunciar: maletín

La letra ''M'' ha deslizado por siglos un cierto influjo en la humanidad, muy especialmente en aquellos que hablamos, leemos, escuchamos y escribimos en español. Las connotaciones que tiene cuando se escribe en mayúscula son variadas y van desde lo excelso hasta lo escatológico.

Hitchcock, el mago del suspense, tituló Dial M for Murder (Crimen perfecto) una de sus muchas películas de éxito. En Venezuela y por extensión a otras naciones del mapa latinoamericano, la M mayúscula ha ocupado un espacio muy especial, como es el caso del teniente coronel presidente, Hugo Chávez, que la usó en sentido escatológico para calificar la victoria de la oposición sobre sus fallidas pretensiones de reformar la Constitución y establecer en nuestra Venezuela una copia al papel carbón de la cubana castrocomunista.

Inicialmente y tras luengas horas, el teniente coronel presidente admitió su derrota (electoral, la primera, porque militarmente lo fue en 1992), calificando de ''pírrica'' la victoria de sus oponentes. Algunos jefes de Estado y uno que otro intelectual izquierdoso europeo declararon entonces el talante ''democrático'' del susodicho.

Cómo debió ser la diferencia del no a la reforma que hacer trampas, como ha ocurrido en consultas electorales previas, fue misión imposible. Entonces, el teniente coronel recogió bandera, pero con una condición, que la brecha fuera ''pírrica'', y efectivamente el árbitro cumplió: los opositores ganaron, sedientos y la lengua afuera, con una diferencia que rayaba el 1,5%. Sin embargo, fueron otros los resultados reales, pero qué caray, en una democracia, como sostenía Churchill, la ventaja de un voto es suficiente.

Pero el ''sosiego'' presidencial duró poco, nos reconfirmó su trillado proceder cuando alcanzó el triunfo electoral de 1998 y el discurso conciliador que pronunció en el Ateneo de Caracas fue la excepción con respecto de sus arengas posteriores y hasta el sol de hoy es una continua retórica encendida, de insultos y descalificadora del adversario, del enemigo, como él les llama. Entonces la victoria opositora pasó de pírrica a ¡M...! No repetiré la palabra exacta por respeto a mis lectores. Sentir pena ajena por el personaje basta, pues el suyo calificativo no calza las de un presidente de una república que se respete.

Sabido que los obsecuentes abundan en regímenes como los de Chávez. Uno de sus ministros intentó justificar a su líder, su führer, validando su expresión escatológica y elevándola a la dignificación porque igualmente García Márquez usó la ¡M...! en su novela El coronel no tiene quien le escriba. Sobre ese ministro presumimos que tal vez no ha leído la obra del Gabo, o desconoce que son los escritores, y no los presidentes, quienes gozan en sus obras de licencia literaria o, en fin, pifia.

Pero la "¡M...!" escatológica del teniente coronel presidente no es la única repelente, hay otra "¡M...!" que debe tenerlo profundamente mortificado y ésta sí se puede pronunciar: maletín, que rodó libre y subrepticiamente con 800.000 dólares en sus entrañas desde el norte del río Grande hasta la Patagonia, y el cual intentó introducir un venezolano con ciudadanía estadounidense, Guido Antonini Wilson, quien tiene altas e importantes vinculaciones con interlocutores del gobierno del teniente coronel.

La soga que arrastra este ''maletinazo'' sigue extendiéndose y otros tres venezolanos y un uruguayo fueron detenidos recientemente en Miami por el FBI, el cual les imputa intentar que Antonini Wilson modificara su testimonio inicial en el caso que lo involucra con el maletín.

Pero no es ese el único maletín: hay otro que llevaron a Bolivia y quien lo portaba viajaba en un avión militar venezolano que fue apedreado y pudo escabullirse a Brasil. Y ¡bingo!, también estaba repleto de billetes verdes estadounidenses.

Con razón los que disfrutan las mieles del poder del teniente coronel le corean su lema de la ''revolución bonita'', y el del socialismo del siglo XXI del ideólogo germano-mexicano Heinz Dietrich.

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