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En la paz como en la guerra

Lo normal y deseable es que los 700.000 afiliados al Partido Popular, y los casi diez millones de personas que le votaron en las pasadas elecciones se lo piensen dos veces antes de otorgarles su confianza y su dinero en teatros, cines y conciertos.

Es normal, más aún, es bueno que figuras conocidas de la sociedad participen en las campañas, muestren sus preferencias y apoyen a uno u otro candidato. Es o debe ser lo habitual en una democracia moderna, y nosotros nos felicitamos de ello. Existe un límite, naturalmente; que la sociedad a la que se dirigen pueda observar que estas personas no ligan su vida profesional a la política, que mantienen una sana distancia, y que consideran que la política forma sólo un aspecto de su vida.

Lo malo es cuando un actor o un escritor pasa el límite del simple apoyo para involucrarse con toda su intensidad en la lucha entre partidos. Entonces pasa de ser actor o escritor a convertirse en activista político. Nada tenemos contra el hecho de que un actor o un escritor se conviertan en activistas políticos; más aún, consideramos que también es bueno. Ahora bien, cuando alguien salta desde su profesión a la de activista político, lo que no puede es pretender que se le trate forma distinta a como se comporta.

Desde GEES nos parece bien que actores, escritores y cantantes apoyen a Zapatero. Nos parece también bien que den un paso más y se conviertan en activistas, que participen con intensidad y profundidad en la campaña socialista, así como que ataquen a la "turba mentirosa y humillante" y a los católicos, "teocracia estúpida". Eso sí, les pediremos que sean responsables y consecuentes con el paso dado. Si se comportan como políticos deberán ser tratados como políticos y sujetos al juicio político.

En el caso que nos ocupa, todos ellos nos suenan de hace unos años. Entonces se lanzaron contra el PP con la excusa de la guerra de Irak. Volvieron el 13-M, y hoy, inmersos en la paz de Zapatero, vuelven a hacerlo. Se comportan en la paz como en la guerra, señal de lo que les importaba Irak. Hoy son activistas políticos. Así que lo más normal es que acepten su responsabilidad y acepten que se les trate como lo que son. Lo normal y deseable es que los 700.000 afiliados al Partido Popular, y los casi diez millones de personas que le votaron en las pasadas elecciones –la "turba mentirosa"– se lo piensen dos veces antes de otorgarles su confianza y su dinero en teatros, cines y conciertos.

Siempre pensando en nuestros lectores, ofrecemos parte de la lista de los artistas que han elegido ser juzgados y tratados con criterio político: Pedro Almodóvar, Jose Luís Cuerda, Álvaro de Luna, María Pagés, Jose Carlos Plaza, Paco Tous, Loles León, Cayetana Guillén Cuervo, Jesús Vázquez, Judit Mascó, Agustín Díaz Llanes, Vicente Aranda, Manuel Gutiérrez Aragón, Juan Echanove, Juan Luis Galiardo, Cristina del Valle, Joaquín Sabina, Ana Belén, Víctor Manuel, Miguel Bosé, Fran Perea.

Otro tanto ocurre con los escritores. En buena lógica creemos que ni estarán dispuestos ni apetecerán recibir el placet de la "turba mentirosa", y ésta deberá tratarles como lo que han elegido ser. Lo sano es pensárselo dos veces antes de adquirir los libros de: Boris Izaguirre, Juan Goytisolo, Leopoldo Alas, Moncho Alpuente, Antonio Gómez Rufo, Félix Grande, Juan Carlos Mestre, Francisca Aguirre. Rafael Azcona, José Manuel Caballero Bonald, Juan José Millás, Suso del Toro, Rosa Pereda, Sami Nair, Antonio Gamoneda, Pilar del Río.

Celebramos que todos ellos den el paso de convertirse en activistas políticos. Ahora bien, lo lógico es que ahora se les considere como tales. Y que con buen criterio se hagan responsables y se les haga responsables de sus actos. Es lo que tiene entrar en política; que corres el riesgo de que te traten en consecuencia.

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