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José María Marco

La futura renovación

Pero lo importante para el futuro es que hay afiliados y cargos que no se han callado, que han dado la cara e incluso que han preferido perder sus puestos a respaldar una línea política con la que no están de acuerdo.

Los dos congresos regionales del PP celebrados hasta ahora, y el que se celebra este fin de semana en el País Vasco, llevan a la misma conclusión. La actual dirección popular no es capaz de hacerse con las riendas del partido. El dato no es bueno para el grupo dirigente que salió del último congreso nacional. ¿Es igual de malo para el PP?

Tal como están transcurriendo las cosas, no es, efectivamente, lo mejor que le podía ocurrir. La directiva del PP quiere renovar... a su modo y manera, imponiendo una línea. En Cataluña ha colocado a su candidata con un coste altísimo: el de dejarla sin auténtica legitimidad y apoyada más que nada en Madrid. En Baleares se ha impuesto también la candidata de Génova, sin capacidad ni al parecer voluntad de diálogo con quienes no están de acuerdo. En el País Vasco ocurrirá lo mismo, con el tono trágico propio de la situación allí.

El proceso podía haber sido distinto. Una vez manifestadas las discrepancias y evaluados los apoyos, el Partido Popular habría demostrado que pueden convivir en él diversas opiniones y perspectivas. Pero tal como se ha hecho se han abierto heridas difíciles de cerrar. En vez de escuchar e intentar integrar, se vierten bulos y se insinúan acusaciones de traición. Los críticos quedan marginados y con ellos toda la parte de la opinión pública identificada con sus posiciones.

Dicho esto, hay que reconocer que en el centro derecha español hay gente valiente. Cierto que no se ha articulado una alternativa a la dirección actual. Y cierto también que de ese vacío se han aprovechado el aparato y personas hasta aquí nada representativas, como Montserrat Nebrera. Pero lo importante para el futuro es que hay afiliados y cargos que no se han callado, que han dado la cara e incluso que han preferido perder sus puestos a respaldar una línea política con la que no están de acuerdo. Jamás ha ocurrido nada parecido en el PSOE, donde no se mueve nadie sin permiso de los que mandan.

Por ahora, el Partido Popular ha salido debilitado. Con el tiempo, habrá que ver si quienes se han sacrificado ahora saben presentar una estrategia para el cambio. Los que han dado el paso en estas circunstancias tendrán entonces una importancia proporcional a la capacidad de resistencia de la que han hecho gala ahora. A ver si se lanzan de una vez y arrastran a algunos de los que no han hecho nada.

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