Cúpula copulada
El nuevo JEMAD, por citar un primer ejemplo, ha dado sobradas pruebas de eso que sus compañeros llaman entreguismo al poder político durante su recién concluida etapa como director general de armamento y material en la sede del ministerio.
Los militares han tenido que apechugar con dos partos en su ministerio en los últimos cuatro meses. El primero, el del hijo de la ministra Chacón; el segundo, el de este viernes, con el cese y reemplazo de la cúpula militar, esto es, del JEMAD y de los tres jefes de los ejércitos.
Los militares avadaban contentos porque creían que Carmen Chacón, con esa imagen de aplicada opositora a los altos cuerpos del Estado –aunque nunca haya formado parte de ninguno de ellos, dicho sea de paso– se iba a interesar por ellos y sus temas, se iba a poner a estudiar y, a pesar de pacifismo verbal, siendo dedicada como aparenta a ser, acabaría por ponerse de su lado, esto es, del militar, de la defensa y de España. Cuánto se equivocaban. Carmen Chacón llega a la cartera de Defensa sin saber nada del tema, pero con un mandato y un proyecto muy claro: desmilitarizar los ejércitos, civilizar la defensa y postmodernizar todo su entorno y ser.
Cuando uno nombra a sus principales colaboradores, puede optar por algunas alternativas sencilla: elegir a los más capaces; a los más serviles o aduladores; o a los más incompetentes y débiles. Con los nombres ahora designados para desempeñar los más altos puestos militares, no parece que opción escogida haya sido la primera. Sobre todo cuando se tienen en cuenta los valiosos oficiales que podrían haber sido los nombrados, pero que no lo han sido debido a que resultaban demasiado incómodos. Por independientes; por conservadores; por españolistas; por religiosos; por ser, en suma, demasiado militares.
El nuevo JEMAD, por citar un primer ejemplo, ha dado sobradas pruebas de eso que sus compañeros llaman entreguismo al poder político durante su recién concluida etapa como director general de armamento y material en la sede del ministerio. Es más, no es el momento ahora de sacarlo en extenso, pero hay que recordar el lamentable episodio que protagonizó hace unos meses, cuando quiso dar forma a un auténtico golpe en el seno de una asociación privada de fabricantes de material de defensa, Afarmade, intentando deponer, por medio de muy malas artes y mucha injerencia inapropiada, al recién elegido presidente de ese ente por no responder a sus deseos ni, como se dice vulgarmente, estar dispuesto a bailarle el agua. ¡Qué no estará dispuesto a imponer, ahora que se siente el militar con más poder de todos! Harían bien el PP y el resto de grupos de la oposición en indagar en su pasado y examinar su idoneidad de verdad para este nuevo cargo que le ha sido concedido.
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