Menú
Amando de Miguel

La terrible memoria histórica

Para probar mi tesis no tienen ustedes más que esperar a una próxima propuesta zapateril: el reconocimiento de la poligamia.

Ignacio Uría hace una aportación interesante a la discusión sobre la guerra civil y la cruzada. Mi idea era que se trataba de una etiqueta incorporada por los obispos de entonces. Don Ignacio sostiene que el término "cruzada" apareció por primera vez en el diario ABC de Sevilla (21 de julio de 1936). Bien, puede ser, pero la importancia histórica de la aplicación de esa etiqueta a la guerra civil lo dio una carta pastoral del cardenal primado de España. Don Ignacio reconoce la decisiva importancia de ese argumento de autoridad.

Es evidente que la polémica sobre la guerra civil resulta inacabable. Juan Ponce arguye que el ejército de África que traía Franco no era propiamente internacional, ni tampoco musulmán, puesto que las tropas eran españolas coloniales y Marruecos no existía como nación. El argumento es impecable, pero no es menos cierto que los "moros" que traía Franco (y que luego constituyeron su vistosa guardia personal) en gran medida eran musulmanes. Se puede recordar la anécdota del teniente general Mizzian (musulmán) que llegó a capitán general de Galicia y que, por tanto, le tocó presidir la ofrenda anual al apóstol Santiago. Recuérdese "Santiago matamoros", aunque ni el Santiago histórico seguramente montó a caballo, ni se trasladó a Galicia ni mucho menos mató a moro alguno. Pero la gracia de la anécdota es que el general Mizzian participó oficialmente en las tropas de la "cruzada" de Franco. Al final de su vida, Mizzian se incorporó al ejército de Marruecos independiente.

Sobre la ayuda internacional, es evidente que Franco pasó el estrecho de Gibraltar con la ayuda de la aviación italiana. Más tarde recibió una continua colaboración de Italia y sobre todo de Alemania. Los republicanos recibieron la ayuda de la Unión Soviética y de las Brigadas Internacionales (en las que dominaban los comunistas de varias naciones). Paradójicamente la guerra civil española tuvo un carácter internacional; fue una especie de "ensayo general con todo" de lo que iba a representar la Segunda Guerra Mundial. Aparte de las armas convencionales, la guerra civil española inauguró el uso masivo de la radio y el cine como medios de propaganda.

Juan J. Carballal me señala que no es proporcional la alusión que yo hago sobre "los curas vascos represaliados" por el bando de Franco con los curas asesinados por el bando republicano en la guerra civil. Tiene razón don Juan. La desproporción no es solo por el número (fueron muchos más los curas asesinados por el bando republicano o rojo) sino por el matiz: los curas represaliados por Franco no fueron asesinados. Insiste también don Juan en que el "ejército rojo" se llamaba a sí mismo así, sin que "rojo" tuviera ningún ánimo despreciativo. En efecto, así fue. Bien es verdad que el bando "nacional" (asimismo autodenominado de esa forma) tildó de "rojos" a sus adversarios de la forma más despectiva posible.

Al hilo de esa discusión sobre la cuestión religiosa en la guerra civil, se me ocurre ahora que no resulta nada ociosa. La prueba es que la almendra de la errática política del actual Gobierno es la de rehacer la Historia y volver a los tiempos de la República, como si esa pirueta fuera posible. Ese volatín (llamado oficialmente "memoria histórica") se centra precisamente en recrear la política anticlerical de la República. Ahora no es tanto contra los curas sino directamente contra la moral católica. Obsérvese la lista de medidas zapateriles: casamiento de los homosexuales, derecho al aborto, educación para la ciudadanía, eutanasia, memoria histórica (revisión de los asesinatos de los franquistas, no los del otro bando). En todos esos casos se trata de burlar la tradición de la moral católica.

La operación es muy hábil. Por un lado, atrae muchos votos porque la moral católica, en la actual sociedad hedonista, en muchos casos resulta molesta y genera múltiples resentimientos. Por otro lado, si el público queda entretenido con esas atrevidas propuestas estrictamente ideológicas, se orilla la dura realidad de las "dificultades económicas" (como oficialmente se denomina la crisis). Para probar mi tesis no tienen ustedes más que esperar a una próxima propuesta zapateril: el reconocimiento de la poligamia.

En Sociedad

    0
    comentarios