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Agapito Maestre

Política y negociación con ETA

Mientras que el programa del PP quiere, en verdad, acabar con ETA, la estrategia socialista pretende integrar a ETA, o peor, entregarse a sus fundamentos nacionalistas.

El Gobierno está fuerte. La Oposición hundida. Por eso, el Gobierno se puede permitir todo lujo de tropelías contra la democracia, especialmente llevar a cabo un plan milimétricamente diseñado para integrar a los criminales en un futuro Gobierno presidido por el socialista Patxi López. No es, pues, una contradicción sino una añagaza totalitaria, llena de subterfugios y zonas negras, perseguir a ETA a la vez que se negocia con sus jefes más reputados. En efecto, no es una paradoja que mientras el Ejecutivo persigue y encarcela, por un lado, a algunos cabecillas de ETA, por otro, ese mismo Gobierno negocie y ceda todo lo que haga falta con los responsables de la organización criminal para integrarla en la futura nación vasca; entre otras muchas cesiones de los socialistas, podría ponerse como ejemplo relevante su negativa, bajo excusas "legalistas", a disolver los ayuntamientos de ANV.

Sin duda alguna, a esa estrategia, que hace tiempo viene practicando el PSOE, puede llamársele como se quiera, excepto que pretenda "terminar" con ETA. Más bien, se trata de "ceder, ceder y ceder" hasta integrar de tal modo a ETA, que acabe excluyendo y marginando al PP de la vida política. Es la estrategia del palo y la zanahoria. El Gobierno necesita tanto al entorno etarra, especialmente para formar un próximo Gobierno en el País Vasco, como ETA necesita al PSOE para resolver sus múltiples problemas. En este contexto democráticamente lamentable se mantiene, seguramente con información privilegiada, que "ETA está en su fase final". Pérez Rubalcaba no se cansa de repetir este "ideologema". Tampoco le va a la zaga el periodista de cámara de Rodríguez Zapatero, principal altavoz del PSOE en El País, al repetir que ETA está en las últimas. Vale.

Creámonos ese titular. Hagamos como si fuera verdad esa consigna. Más aún, digamos que quizá sea verdad tal aserto, entre otras razones, porque el PSOE está negociando con los criminales de ETA asuntos decisivos. Dos de ellos son fundamentales. Primero, cómo pueden integrarse esos criminales en la vida política con un futuro gobierno de coalición entre socialistas e independentistas, presidido por Pachi López. Segundo, cómo podrán resolverse los diferentes problemas que tienen los presos de ETA para salir a la calle. Sin embargo, que la banda esté en su fase final no puede significar jamás, hablando con propiedad democrática, que existan dos modelos enfrentados para acabar con la organización criminal: uno, el del PP, que quiere acabar con ETA por la vía legal, policial y judicial, y otro, el del Gobierno, que, además de esas medidas, busca una vía política.

Eso es, sencillamente, falso. Porque mientras que el programa del PP quiere, en verdad, acabar con ETA, la estrategia socialista pretende integrar a ETA, o peor, entregarse a sus fundamentos nacionalistas. Por eso, hay que ser perverso, o sea, tan filoterrorista como zapaterista, para mantener que el Gobierno no está dispuesto a disolver los ayuntamientos de ANV, porque busca un ámbito político y social para deslegitimar a ETA. Y, sin embargo, este despiadado comentario, en verdad, un tópico viejísimo y desgastado, del citado periodista de cámara de Rodríguez Zapatero, Aizpeolea, es la principal fuente de "legitimación" que tiene el Gobierno para llevar a cabo una estrategia de integración de ETA en la política vasca. Poco, muy poco, para encubrir la chapuza totalitaria de los socialistas.

La Oposición no se entera, o peor, simula no enterarse.

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