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Agapito Maestre

¡Un gobierno para el mal!

Un gobierno mantenido por veinte partidos sin otro objetivo que el "poder por el poder" no puede llevar a otra cosa que a la inacción.

Un gobierno mantenido por veinte partidos sin otro objetivo que el "poder por el poder" no puede llevar a otra cosa que a la inacción.
MADRID, 29/04/2024.- El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su comparecencia institucional en La Moncloa, en la que ha comunicado este lunes que ha decidido seguir al frente del Ejecutivo | EFE

Es obvio que la situación política de España es trágica. Hemos entrado en un proceso perverso del que no es fácil salir. Por un lado, hay un bloque homogéneo de poder, basado única y exclusivamente en la conversión de la democracia en una dictadura de corte más o menos federal, y, por otro lado, existe una Oposición dividida en varios grupos y tendencias que no halla el modo de detener la caída de España en el abismo totalitario. El triunfo de la vía democrática está más difícil que nunca, aunque no es imposible a tenor de la magnífica reacción de la prensa, la justicia y la Oposición ante la carta-espectáculo de Sánchez. Mas es obligado perseverar en el análisis de una situación endemoniada. No desearía caer en mandangas especulativas y menos en conjeturas de salón sobre el actual gobierno de España. Sólo quiero mostrar algunas vías sin salida a la que nos ha llevado Sánchez con la colaboración involuntaria de la Oposición.

Porque no sé hasta qué grado es consciente el bloque de poder, liderado por Sánchez, de este proceso dictatorial, y porque también desconozco cuál es el nivel de conciencia que tiene la Oposición sobre sus límites, en verdad, su impotencia, para detener la deriva dictatorial del sistema, creo que es menester reconocer, más allá de la valoración que nos merezca la cabeza del Gobierno, que quienes quieren asesinar la democracia, se dice pronto, lo hacen en nombre de la "democracia". Los comunistas, los exterroristas, los separatistas y los socialistas están cohesionados no sólo por su apego a mandar sin límite alguno, sino por su defensa de la "democracia", todo lo retórica que se quiera, pero ellos lo hacen con un exagerado convencimiento. Son fanáticos.

Ya sé, ya sé que Sánchez, junto a los veinte partidos que lo apoyan, llaman democracia, reitero, a lo que cualquier ser civilizado conoce por el nombre de dictadura, pero ellos creen de modo patológico en eso, en llamar democracia a lo que es dictadura; sí, la imagen del asesino de la democracia, de alguien que oculta la dictadura apelando a la democracia, cuando se mira en el espejo, no es la de su adversario sino la suya propia. Ahí está la complejidad del asunto. Se trata de un problema psicológico y moral. Que tiene validez en el ámbito de la política. Por eso, sí, es tan difícil hablar con esta gente de normalidad democrática. No entienden. Mil son los argumentos y pruebas que podríamos dar para justificar que el Gobierno, y quienes le apoyan, no tienen otra preocupación mejor que acabar con la democracia, pero ellos nunca lo entenderían.

Esa es la lógica terrorífica que ha impuesto Sánchez al bloque de Poder. Su patológica obsesión, cercana a la lógica del terror, por acabar con los sencillos mecanismos de cualquier democracia, como son la prensa libre y la autonomía del poder judicial, les impide hacerse cargo de la realidad. El gobierno de Sánchez está convirtiendo España en una dictadura con la buena conciencia, o sea con la mejor intención, de que eso nos llevaría a su "ideal democrático": un poder sin otros límites que los derivados de sus propios socios, o sea, ninguno, porque son ellos quienes mantienen a Sánchez en La Moncloa. Ya no se trata de domesticar a la prensa libre y la judicatura sino hacerlas desaparecer. En fin, un gobierno mantenido por veinte partidos sin otro objetivo que el "poder por el poder" no puede llevar a otra cosa que a la inacción. Eso viéndolo con optimismo. El gobierno de Sánchez no tiene presupuestos. No tiene nada que gestionar con seriedad. Tampoco tiene proyectos de ley dignos de este nombre para presentar en el Parlamento. Menos todavía tiene intención de hacer política democrática, o sea de acercarse a los partidos de la Oposición para llegar a grandes acuerdos para la regeneración el sistema político. Su principal ocupación, o sea la única, esta dedicada por completo a hacer el mal. Eso sí, creyendo que hace el sumo bien.

Y es que la ética de las buenas intenciones, sin duda alguna, puede llevarnos a uno de los más horrorosos abismos, a la peor de las dictaduras, la de la estulticia y la impotencia. La dictadura de la fuerza pura y sin dirección.

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