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Teatro y política

A esta obra, siento decirlo porque me ha hecho pasar un tiempo maravilloso, le falta eso que le sobra a Pascal: Fineza. Espíritu de fineza. Han hecho de Pascal un integrista insoportable. No han conseguido transmitir al hombre del siglo XXI su actualidad

El_Erast dijo el día 20 de Febrero de 2009 a las 21:56:

El espíritu del teatro.

Hay teatro, ¿pero el espíritu del teatro dónde?. El teatro y la política guardan una interna conexión metafísica. El espíritu del teatro en un hombre consiste en la conciencia de sí y de estar en el Tiempo. Desde esa conciencia se aparece uno ante sí representando una escena. Todo lo que ocurre es el argumento de la obra. El hombre con espíritu de teatro se da cuenta de una cosa desde su conciencia: todo cuanto me ofrece el espectáculo diario de los hombres es particular, es ciego a la verdad del Tiempo, es barato, es insulso. No se trata de una mera conciencia de fugacidad: ¡ay!, qué finito soy. No se trata de un mísero y fácil saber de la Muerte. Es algo más difícil de explicar, algo más fino. Es algo calderoniano y metafísico. El espíritu de teatro y la política. He dicho que guardan una íntima conexión. Sí, el espíritu de teatro es el querer entrar a escena. Y la escena, la escena pública es lo que esencialmente es lo político. De qué se trata.

El hombre con espíritu de teatro se siente personaje en la existencia. He dicho que es consciente de sí y del Tiempo. Que se siente en una escena histórica representada. Bien, pues esta entrada a escena tiende genuinamente a la provocación, al exceso, al absurdo, al escándalo, a la crítica. Por qué se da esto. Ejemplos literarios los encontramos por doquier. Por ejemplo, la sátira. De dónde sale esta. La sátira es entrada a escena de una forma crítica en extremo. Hay en esa risa de guadaña algo sospechosamente metafísico. No, no está el esqueleto viviente en el mundo cotidiano, y sin embargo, lo pisa con nosotros. Quiere estar aquí riéndose del aquí. Quiere estar aquí indicando un estado de conciencia, si somos idealistas, o de verdad, si somos realistas, que está fuera de la vida normal. El sátiro es un caso particular, en lo que yo defiendo ahora, del hombre con espíritu de teatro.

Por qué este hombre aparece en escena con La Crítica y de una forma desgarradora, excesiva, no templada. Por qué es un extremista.

La razón de ello se debe a que mira el Mundo desde la Totalidad, se ve así incluido en ella y desde ella valora al mundo. Todo se le ofrece vano, falto de verdad y mísero moralmente. El hombre con espíritu de teatro es un crítico mordaz, un analítico de los modos de darse la realidad y de los caracteres de los hombres. Valora sus acciones y tiende a repudiarlas. Ese repudio excita su divino tesoro mediante una embriaguez que le lleva a la Acción en el Mundo, a entrar por fin a escena para hacer con sus obras una acción de verdad. Una acción metafísica. A qué llamo acción metafísica: al hombre que actúa in particular, desde la totalidad del Tiempo. Su acción parece una más pero no lo es, es una acción esencial. Pongamos un ejemplo ridículo. Se viste ante nosotros un hombre con un chaleco de lana sin mangas, un pantalón de seda rasa y una bufanda. El hombre que está delante de nosotros nos comenta cosas de su viaje, de lo que va a hacer esta tarde, nos pregunta cosas sobre y del momento. Cosas particulares. El hombre con espíritu de teatro le da igual estas cosas, él está viendo no a la persona, sino a un personaje histórico. Él se está viendo desde una escena, contingente y absurda, sida hace mucho tiempo. Pero se siente con honor de contemplarla, se siente en un auténtico lujo el poder tener la oportunidad de ver in vivo, una escena hsitórica. Se contempla en tercera persona y viendo que " nada importa", rompe el plano de cotidianidad y la norma tácita que dice cómo hay que comportarse en ella. Se le queda mirando y le empieza a hablar casi proféticamente, no sin cierta poética. El hombre de teatro se metamorfosea en una especie de Sibila griega sobre el trípode del delirio, en conexión viva con una verdad general con los ojos en blanco. Y lo radical es que actúa en el propio mundo cotidiano, que está aquí físicamente con nosotros, como el esqueleto satírico, pero no lo está en el plano del sentido. Se ha convertido en un ser metafísico. El hombre de teatro le dice lo histórico que es al hombre cotidiano del chaleco. Se acerca a él y palpa asombradísimamente esa lana, hasta la huele. El hombre de teatro ha anulado en su conciencia la evidencia común. Todo objeto le abre por dentro de deleite y excitación. Provoca la risa. El hombre de teatro le dice al hombre del chaleco que ve en él, el espadachín español del siglo XVII, que él msimo es esencialmente un espadachín español. Se llena de Valor,se vuelve loco y empieza a alucinar para el hombre común. Ve para él esencialmente que en este tiempo hay que luchar, se ve envuelto de repente en una batalla naval, luchando entre galeones, pero ahora, en este tiempo. Ve la escena de él luchando entre galeones españoles y tropas extranjeras al servicio del ejército de Carlos V , como si fuese una verdad clara válida para el presente. Sale a la calle y aunque sabe que no hay eso, ve preformada en el ambiente su posibilidad, lo ve siendo real: Los siglos pasados están presentes aquí!. Ve que puede ser, que debe hacerse, que es lo eterno esencial. Que siempre ha sido y estará. él es sólo el que lo ve y lo saca a la luz clara de la materia viéndolo primeramente con el ojo real de la imaginación, es decir, no inventándoselo, sino viendo algo que está ahí en la dimensión del sentido.
Si, este es el estado de conciencia que ha hecho nacer al Quijote. Pero hay mucho más. Este Quijote sólo sería un modo de presentarse el hombre de teatro.

Se puede presentar de formas tan secretas y moderadamente ocultas para no hacer ver su loca embriaguez...

Hemos dicho que tiende a la provocación y al exceso en la escena pública a la que él mismo se ve incitado a actuar desde la Crítica a su mundo. Quiere criticar con su acción al mundo y poner en ridículo la vanidad de este. Supongamos que somos escritores, y escribimos como el autor, Agapito Maestre, en Libertad Digital.

Seguramente Agapito y todos los cronistas cuando van a escribir sus artículos ven el papel que van a empezar a marcar como una "Autorictas" externa. Llamo Autorictas o Autoridad, a lo que en términos normales de conciencia no es tal. Pero para el que ve desde la Totalidad por un momento, la columna de escritura, los medios, la televisión, etc, se presentan como una Realidad absurda, convencional, dentro de unos límites que no se pueden sobrepasar, ante la que uno se sitúa siervo y tiene que guardar forma y bien hacer. ¡Tonterías!. El hombre de teatro quisiera entrar en ella y decir una verdad esencial dsede la Totalidad del Tiempo a cada personaje. Se habría dicho la Verdad y sólo tendría sentido y se entendería una vez finalizada la Historia, viéndose toda en su desarrollo desde tercera persona. Entraría y provocaría al público, sería paradigma radical de lo políticamente incorrecto. Sería un loco Quijote, otra vez, pero esta esta vez, como sátiro metafísico.

Odio a la típica mujer de apariencia humilde y sierva que es una perfeccionista neurótica con las cosas que hace. Y la odio no por ser perfeccionista, pues también yo lo soy. La odio porque es una sierva continua de la Autorictas. La Autorictas es la Realidad externa que se presenta con una interpretación común ante la que uno tiene que seguir su norma. Esta mujer trata de satisfacer continuamente a esta Realidad y a los personajes que la forman. Todo hay que hacerlo bien ante ellos: el público, los jefes. Todo debe ser limpio y preciso para ellos. "Yo sólo hago una nimiedad, hago los medios para que ellos puedan hacer su labor de altura. Yo sólo soy una sierva". Y el hombre de teatro, repugna a esta mujer. Viéndose dsede la Totalidad, la ve absurdamente perfeccionista, experta en tonterías, en contingencias. Ay, es que los pensadores somos muy perfeccionistas. ¿Pero es que tú sabes que hay un pensmiento que declara Contingencia a todas tus "veneraciones"?. Nunca critica la realidad-Autorictas, es sierva del objeto. No es primera, no quiere ser ella la reina. No tiene fuerza como sujeto libre y creador. No ve la nimiedad de los jefes y su pobreza. El barroco enseñó bien todo esto. No se ha aprendido.

El hombre de teatro es un insatisfecho. Anda solo. No encuentra nadie. Vive en el "topos urano" de los Ideales de la Razón. No busca una mujer normal, por ejemplo, busca una mujer metafísica. Busca la mujer de Dante, es decir, la Verdad encarnada en la Tierra. Y si somos idealistas, la objetivación en el fenómeno de un Ideal de la razón. Busca una belleza adherente, es decir, una belleza moral. Pongamos un ejemplo público, Cristina Lavignes, en el programa de Antena 3 "Tal para cual", un programa de pajarerías.
Esta tal Cristina tiene una belleza clara, prudente, anhelante. Recuerda el oro de su pelo a la luz del Renacimiento. Nos hacemos italianos al mirarla, italianos del Quatrocento. La imaginación intelectual hace vivir una escena con ella hace siglos. Ella es pura, creemos. Así lo vemos. Mira cómo ríe....sentimos un dulce embeleso al mirarla. Se aproxima, con esta imagen, quizá otro día no, quizá no sin maquillaje, a la mujer de la Verdad, mujer ésta que ha de verse trascendental en su belleza. Se busca una mujer trascendental, más allá del ser, mucho más allá de las cosas. Y empieza a aparecer la decepción. Si somos fieles a nuestros quereres, encontramos:

1) Su contexto o espacio en el que ella se encuentra no es propio. Es espacio de pajarería, de cotidianidad, de informativo. Los colores mismos de la trama ofenden, comunes, pobres, sin Idea. No, no es la realidad que ella ha elegido y en la que obra, no, no está ella en un espacio propio, Ideal, natural, puro. Eso era lo que veíamos con la Imaginación Intelectual recreando el Ideal en el esapcio de la Italia Renacentista.

2) Su belleza adherente, su belleza moral no es efectivamente real. Es decir, es bella pero no es real la verdad tan alta de su moral que habíamos creído ver en su ser. No hay Verdad. No hay Moral. Sólo tiene belleza. Decepción primera y fundamental.

3) Es inculta. No tiene ideas, no tiene conocimientos. Esto lo intentamos salvar. Recordamos a Margarita de Fausto y pensamos que quizá haya una mayor pureza en la sana naturaleza que aún no sabe casi nada, que en la naturaleza ya "lista", ya engreída, ya retórica por un estudio que sólo ha servido a los conocimientos y no a su aprendizaje práctico. Pensamos pues que si encontráramos una Margarita, nos sería igual de Alta aunque fuera, como ella, inculta. No obstante preguntamos a Bocaccio, a Goethe, a Dante....¿ esas mujeres que cantásteis eran todas incultas?. Entonces nos quejamos a la Naturaleza. ¡Por qué, por qué tus creaciones no son más elevadas!.

4) Esa mujer no se mueve como supremo interés hacia la verdad. Aparte de que su contexto o espacio no es de Verdad, ella misma no se dirige poética y anhelante hacia tal altura. Quisiéramos estar en una relación eterna con la amada en un espacio límpido de brillo. ¿ Por qué no puede encontrarse nunca a una en este sepacio y que sí vaya a tal altura?. El espacio es sucio. La persona medio animal-hembra. No hay caonocimiento. Sus intereses son mundanos. El periodismo, los programitas de televisión, las cosas que a diario pasan, su gente de entorno,..los problemas únicamente personales y subjetivos, no objetivos sobre las cosas. Persona, al fin y al cabo, mundana, por muchas virtudes y encantos que tenga conociéndola. Y si aparece fotogarfiada en lo público su belleza adherente se convierte en belleza capitalista quitándose toda virtud. Se hace interesada, bajamente provocativa dsede donde estamos mirando ahora, se hace " mujer dura", mujer fatal, mujer sexual-profesional. Una pieza de mercado.

Pero si Cristina cumpliera 1, 2, 3 y 4, nos atreveríamos a contactar con ella. ¿ Es que nos vamos a aminorar por la Autorictas?. Esa maldita realidad externa que interpreta siempre de forma común y pone norma y límites a lo que hay que hacer!. No permite la acción libre y hacia lo que de verdad se quiere. Todo son vergüenzas, rubores, disfraces externos de conservación de la dignidad y sequivamientos ante el otro del auténtico yo esencial...Carnaval constante entre la gente, sociedad burguesa-media de apariencia!. Nos iríamos a ella si cumpliera nuestra exigencia espiritual. Ya lo hemos hecho con otras, como la actriz Nuria Font en la película Ouija. Otra pura........otra belleza moral, en Bea personaje, que en Real, decepcionó.

Aquí se dice todo. Ya al hacerlo estamos yendo contra la Autorictas. Estamos hartos de ella!. Es la embriaguez de romper el plano, la valentía que no es valentía porque la supera, es puro placer, es Hacer lo metafísico en la Tierra. Al fin y al cabo.......nada importa.

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