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Agapito Maestre

Tristeza política e historia personal

Todo se mueve en torno a lo políticamente correcto. Miseria y mierda envuelven el espacio público-político. La gente huye despavorida a la búsqueda del refugio de lo privado. Creen que el aislacionismo político es una solución. Se equivocan.

Hueco de desesperación y tristeza. España es, sí, un hueco de desesperación y tristeza. En ese nicho trabajan los políticos. Son nuestros enterradores. Viven entre muertos. No es necesario tener un sentido trágico de la vida para percatarse de que los políticos españoles viven de espaldas a sus ciudadanos. La política española es inexistente. Asco siento al oírlos. Mienten como bellacos. Los políticos, como los enterradores, tratan de no hablar demasiado alto. Ellos ya han conseguido "gobernar" con engaños y susurros de ladrón. Tampoco hallan demasiada oposición en sus maledicencias, o peor, los opositores tratan de no levantar olas altas para no correr peligros innecesarios.

Vivimos un inmenso funeral.

Los políticos españoles han renunciado a su destino. La política. Ésta ha quedado reducida a una simulación de preguntas y respuestas ridículas. Los políticos son unos traidores a la misión que ellos mismos se pusieron. Son malos burócratas. Sólo piensan en sus soldadas. Los "debates" entre Zapatero y Rajoy ya no pasan de ser unas malas caricaturas de un parlamentarismo obsoleto. No pasa nada, dicen los suicidas, cuando están al borde del precipicio. Mentira. ¡Vaya que pasa! Vivimos instalados en un establecimiento cochambroso.

Por eso, protesto. Grito. Asumo mi destino: protesto y sobrevivo. Protesto contra el secuestro de la política que han hecho los profesionales del poder. Protesto contra un presidente del Gobierno que ha traicionado tanto a su nación que ni siquiera se considera el jefe del Gobierno de la nación española, y, por supuesto, protesto contra un jefe de la Oposición que traga con el engaño. Hay muchos que piensan como yo, pero, como suele decirse, mal de mucho es consuelo de imbéciles. El Mal está ahí y nosotros lo padecemos. Eso es lo único real.

Sin embargo, reconozcamos que estamos en minoría. Es menester recordar que en la vida pública domina lo contrario a la protesta: aquí todo es asentimiento y muerte. Los políticos españoles, reitero, han conseguido que la desesperación y la tristeza invadan la vida pública española. Todo lo que se refiere a la política es de perfil bajo. Todo se mueve en torno a lo políticamente correcto. Miseria y mierda envuelven el espacio público-político. La gente huye despavorida a la búsqueda del refugio de lo privado. Creen que el aislacionismo político es una solución. Se equivocan. Nunca el abandono del camino es la mejor manera de eliminar los obstáculos que en él encuentran.

Pero, en mi opinión, nadie con un poco de decencia renuncia a la tentación de hallar en la historia algo de común con nuestra vida personal. Es menester persistir en esa tentación, pues de ello depende, como nos enseñara Zambrano, el que la historia no sea una pesadilla que solamente se padece, sino una tragedia de donde se espera que brote la libertad.

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