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Amando de Miguel

Aprenda inglés sin (mucho) esfuerzo

En catalán una "o" puede pronunciarse como "o" o como "u". En inglés una "i" puede pronunciarse como "i", como "ai" o con un sonido entre la "e" y la "i". En castellano no hay tantas ambivalencias.

Hablar hoy del español es referirse continuamente al inglés. El inglés es hoy el equivalente de lo que en otro tiempo fue el latín.

Enrique Cabrera (Córdoba, España) tiene una amiga, Marie Hendrickson que vive en el Estado de Washington (Estados Unidos). Doña Marie está estudiando español y es una entusiasta seguidora de estas piezas de Libertad Digital. Se divierte mucho con las eutrapelias. Comprueba que en el inglés coloquial también se dan muchas palabras que no significan nada, que son simples comodines. Por ejemplo, OK, like, cuz, at, with (esta última al final de una frase interrogativa). O sea, que en todas partes cuecen habas y en Estados Unidos a calderadas.

José Mª Navia-Osorio se queja del exceso de anglicismos en la publicidad. Por ejemplo, el anuncio de un coche alemán (Volkswagen) lleva este eslogan: "the power of the dreams". Añado que se juega con la bisemia de power como "poder" (el de los sueños) y como "energía, potencia" (la de los motores). Más triste es el comentario que registró don José Mª en un periodista de la COPE, para quien la UBS (Unión des Banques Suisses) la redujo a "Yu Bi Es", deletreado en inglés. Don José Mª recuerda las clases de un profesor que había estado en los Estados Unidos. El cual hablaba de las "eslais" (= slides), porque se le había olvidado la palabra "diapositivas". Añado que algo así ocurría en el siglo XVIII, pero con el francés, para la clase cultiniparla española.

José Antonio Martínez Pons recuerda que en alguna parte leyó que en los Estados Unidos se decidió que el inglés fuera el idioma oficial (y no el alemán) pero por un solo voto. La historia no me parece verosímil, aunque en el estado de Pensilvania sí se llegó a plantear la cooficialidad del idioma alemán junto al inglés. Pero en el plano nacional (federal) ni siquiera se ha considerado que el inglés sea la lengua oficial; mucho menos el alemán. Al ser un país de emigrantes, lo lógico es que se hayan conservado muchos idiomas (aparte del inglés mayoritario), pero todos ellos reducidos a la esfera privada. Todos han ido perdiendo vigencia con el tiempo; sólo el español ha ido ganando presencia pública, quizá porque la inmigración hispana ha llegado en el momento de los grandes medios de comunicación.

Manuel Mateos denuncia la cursilería que supone el abuso de algunos anglicismos, como loft (= nave, local), outlet (= saldo, rebajas), low cost (= coste reducido). Entiendo que no son los únicos.

John Palmier (director de una empresa naviera inglesa) me dice que, con independencia de su discutido origen, la palabra snob se hizo popular con la obra de William Makepeace Thackeray, El libro de los snobs, artículos publicados en la revista Punch en 1848. La definición que da Thackeray de snob es: "El que admira las pequeñas cosas de manera mezquina". Lorenzo Díaz me da la equivalencia castiza de "esnob": es el quiero y no puedo.

Carlos Gordo Blanco considera que no es que en inglés o en catalán haya más vocales que en castellano, sino que las vocales tienen más o menos valor fonético según las circunstancias. Desde luego, el asunto me parece esencialmente fonético. En catalán una <o> puede pronunciarse como <o> o como <u>. En inglés una <i> puede pronunciarse como <i>, como <ai> o con un sonido entre la <e> y la <i>. En castellano no hay tantas ambivalencias. Para un hispanohablante que se asoma al inglés suena lo mismo shit (= mierda) que sheet (= sábana, hoja). Me acuerdo que hace muchos años dejé caer en una conversación con colegas norteamericanos que yo había estado como investigador visitante en "Yale", pero, en lugar de pronunciar "yeil", como debe ser, me acerqué más a "cheil". Esa última forma se parece a la pronunciación inglesa de "jail" (cárcel).

Mª Carmen Fernández París (Santa Coloma, Barcelona) confirma la dificultad que tenemos los hispanoparlantes al hablar en inglés, debido a "nuestro sistema vocálico". Añado que, al revés, los angloparlantes, en cuanto conocen cuatro palabras del español, se sueltan con facilidad en nuestro idioma.

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