Una confusión muy general en el lenguaje corriente es la que producen los verbos de obligación ("debe ser, ha de ser, tiene que ser") y los de probabilidad (""puede ser, debe de ser"). La confusión por parte de los hispanohablantes es tan común que por fuerza hay que pensar en algún condicionamiento cultural. Encima, en España la influencia del idioma catalán lleva a que la forma "ha de ser" no se utilice como obligación sino como probabilidad.
La obligación es una faceta moral. Ciertas acciones son buenas y, por tanto, recomendables; incluso se prescriben como parte de un compromiso. Las cosas "deben ser" así o de otro modo porque lo demanda la ética. El que "hayan de ser" así o "tengan que ser" de ese modo son fórmulas que añaden un plus de obligación.
Mucho más benigna y dubitativa es la expresión "debe de ser". De ese modo aludimos a un futuro que "puede" suceder en términos de probabilidad, pero que nada tiene que ver con el plano de la ética. Como decía el torero: "eso no puede ser y además es imposible". Luego, si es imposible, no es una obligación.