Menú
Amando de Miguel

El arte de insultar

Lo interesante es el tipo de convenciones que hacen que determinadas palabras sirvan para ese propósito de insultar. Esas convenciones son distintas según las culturas y las épocas.

Es tan maravilloso el lenguaje que se puede pronunciar una palabra, dirigida a una persona o conjunto de personas, con el fin de dañar, perjudicar, doler. Eso es el insulto. (Procede de una voz latina que significa "dar patadas"). La herida puede ser tan grave que se convierta en una injuria, un delito perseguible por los tribunales. El insulto puede verse, por el otro lado, como un equivalente pacífico que desplace la violencia física. Es decir, el que insulta se queda tranquilo y su ira o su disgusto desplaza la posible violencia física.

Lo interesante es el tipo de convenciones que hacen que determinadas palabras sirvan para ese propósito de insultar. Esas convenciones son distintas según las culturas y las épocas. Me concentro en el idioma español actual, aplicado a España, donde se desarrolla una riquísima panoplia de insultos. Veamos los tipos de insultos a los que se puede recurrir:                       

  1. Palabras relacionadas con la sexualidad: puta, chulo, mamón, maricón, marimacho.
  2. Voces relacionadas con los excrementos: mierda, lameculos, marrón.
  3. Rasgos de una enfermedad o de un defecto físico o mental: tonto, enano, descerebrado.
  4. Juicios morales: egoísta, ambicioso, chorizo, ladrón.
  5. Asociación con el dinero: especulador, avaro, moneda de cambio.
  6. Animales desgraciados: zorra, tiburón, cerdo, perro, víbora, buitre, merluzo, gallina.
  7. Grupos despreciables: judío, moro, yanqui, cafre, bárbaro, gitano, charnego.
  8. Ideologías vitandas: fascista, rojo, meapilas, fariseo.
  9. Adscripción rural: villano, paleto, palurdo, patán, majadero
  10. Oficios infames: payaso, verdulera, portera, hortera, destripaterrornes.

Al seleccionar voces que sirven para insultar, esas voces o expresiones se pueden convertir en algo tabú, en groserías, en palabras malsonantes.

Es difícil comprender por qué hay tantos insultos, por qué se seleccionan para esa función unas u otras palabras. Lo más arduo de entender es por qué, cuando nos insultan, nos sentimos dolidos o injuriados. En definitiva, no se entiende bien por qué las palabras pueden herir cuando establecen la comparación con algo despreciable o dañino. Es un misterio.

En Sociedad

    0
    comentarios
    Acceda a los 2 comentarios guardados