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Pablo Molina

¡Qué tendrá el sillón…!

Sólo queda que en el arranque de la campaña de las próximas autonómicas y municipales, todos los candidatos del PSOE se reúnan con su jefe máximo y, como los antiguos gladiadores, exclamen "Ave ZP, los que van a pegarse el leñazo te saludan".

El PSOE de Zapatero es tan extraño que sus miembros más destacados se pelean por un puesto electoral en el que saben que van a salir derrotados ampliamente. Concurrir a las urnas sin la menor posibilidad de hacer, al menos, un papel decoroso no es precisamente el modelo de éxito con que sueñan los políticos de todo pelaje, pero entre los socialistas madrileños va a haber bofetadas para ver quien se alza con el dudoso honor de pegarse una ídem contra Esperanza Aguirre y Alberto Ruíz Gallardón. Debe de ser la crisis económica, que también ha acabado afectando a los que han hecho de la militancia partidista una profesión, porque de lo contrario es difícil encontrar una explicación a tanto masoquismo. Y es que en la oposición municipal o autonómica se gana también un buen sueldo sin que las jornadas laborales puedan llegar a calificarse precisamente de maratonianas

Zapatero está utilizando la desazón existente en la Federación Socialista Madrileña para imponer su criterio, que no es otro que deshacerse de un Tomás Gómez al que las encuestas, con gran generosidad, le vaticinan un futuro ligeramente por encima del desastre absoluto.

En Valencia y Murcia, sin embargo, no parece que el PSOE tenga problemas para designar al reo que sacrificará en las elecciones municipales y autonómicas del año próximo, y eso que las expectativas de voto socialista en el levante son similares a las de Madrid. El batacazo electoral del PSOE en esas comunidades es ya es una tradición asumida por sus votantes, que acuden a las urnas simplemente por hábito democrático, con la única esperanza de mejorar, siquiera ligeramente, desastres anteriores.

Es la misma sensación que debe tener el socialista medio de la capital, pero por alguna extraña razón, Zapatero cree que poniendo candidatos distintos arrebatará la alcaldía y la presidencia autónoma a sus actuales inquilinos. El optimista antropológico da una nueva muestra de su confianza en el futuro siempre que se afronte aceptando únicamente su criterio personal.

Y sin embargo, los presidentes y alcaldes socialistas en ejercicio y los candidatos con aspiraciones no quieren ver a Zapatero en la campaña electoral del año próximo a menos de cincuenta kilómetros de distancia. ZP es un activo tóxico del que deben desmarcarse si quieren tener alguna posibilidad de alcanzar la poltrona, pero eso es algo que a su secretario general le trae sin cuidado.

Sólo queda que en el arranque de la campaña de las próximas autonómicas y municipales, todos los candidatos del PSOE se reúnan con su jefe máximo y, como los antiguos gladiadores, exclamen "Ave ZP, los que van a pegarse el leñazo te saludan". De agachar el dedo pulgar ya nos encargamos los votantes.

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