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Pablo Molina

La rodilla capitalista de Evo Morales

Está bien que Morales disfrute de la atención especializada que presta la iniciativa privada, pero estaría mejor si abandonara avergonzado las ideas que impiden que algún día sus compatriotas puedan acceder también a ese selecto club.

Los progres son tan generosos con los servicios públicos que dispensa el Estado que prefieren que sean disfrutados por la gente más desfavorecida, mientras ellos se sacrifican acudiendo a la odiosa iniciativa privada incluso para asuntos tan sensibles como la educación de los hijos o el cuidado de la propia salud. La educación para la ciudadanía y los doctores Montes los dejan para los obreros y sus hijos, que lo necesitan más.

Lo fascinante del asunto es que se trata de una actitud transversal en el fenómeno del progresismo, ya sea indigenista, revolucionario, caribeño, rockero, ecologista o literario. Todos los autoproclamados defensores de los humildes, sin excepción, huyen de los servicios públicos como un liberado sindical de un pico y una pala, y eso que, si hemos de creer a esos mismos ungidos, la calidad de "lo público" es muy superior a la que pueda ofrecer una empresa cuya única finalidad es acumular ganancias para sus propietarios.

En la Bolivia bolivariana también ocurre este fenómeno como hemos podido ver en la fotografía de su presidente, Evo Morales, siendo reconfortado en el lecho del dolor por una abnegada Trinidad Jiménez en representación de todos los españoles. ¿Ha ido Morales a un hospital público a realizarse esa intervención quirúrgica de la rodilla? Por supuesto que no. Evo, como buen marxista, ha acudido a una clínica privada de lujo –para el nivel andino–, que blasona en su web de contar con un nivel de confort para el paciente acorde a los estándares internacionales, amén de una equipación médica que incorpora los principales avances de la ciencia en el terreno del cuidado de la salud. Vamos, lo normal en un señor que defiende el estatismo marxista y cada mañana le pide a la Pachamama que le conceda ver la destrucción del capitalismo opresor.

Está bien que Morales disfrute de la atención especializada que presta la iniciativa privada, pero estaría mejor si abandonara avergonzado las ideas que impiden que algún día sus compatriotas puedan acceder también a ese selecto club, reservado hasta el momento para los socialistas acomodados. Y encima va el tío a operarse de los ligamentos de una rodilla sólo porque lo necesita para poder seguir jugando al fútbol. ¿A que nos sale metrosexual?

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