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Juan Morote

Camino al infierno

Siempre reconforta ver que en España quedan políticos de altura, capaces de hilvanar un discurso con sustrato ideológico liberal, y más todavía comprobar cómo con ese discurso se alcanza el poder.

Esperanza Aguirre dio un titular ayer en su intervención en el foro de ABC, adaptando un conocido refrán británico que reza: "The road to hell is paved with good intentions". Aplicado a Rodríguez Zapatero, se diría que el aforismo ha resultado profético. La única pega que se le podría poner es que resulta dudoso que el buenismo como fórmula de llevar a España a la ruina, so capa de política de gobierno, haya sido un conjunto de buenas intenciones. En el caso que nos ocupa, considero que el Gobierno socialista de Zapatero ha llevado a cabo un ejercicio continuado de ingeniería social para desmontar los valores que han vertebrado la nación española.

Esperanza Aguirre señalaba que el intervencionismo del Estado sólo sirve para empedrar el camino al infierno. Nada es más cierto en política. Lo peor es la tentación de adoquinarlo. A la mayor parte de nuestros políticos, les pasa como a Oscar Wilde, es decir, no pueden resistir la tentación. Así, vemos a Gallardón a la cabeza, tan mastodóntico él, tan megalómano como los sociatas de la Expo-92. Y es que la tentación de la utilización del poder para dictarles a los ciudadanos lo que les conviene, y cómo han de ser felices, es muy difícil de resistir. Lo más importante de lo que ha declarado la presidenta de la Comunidad de Madrid es la necesidad de recuperar el discurso ideológico sin complejos. Esto es fundamental.

Los Arriolas de turno, y los hay en cantidades industriales, se han pasado veinte años haciendo creer a los líderes de la derecha que lo que garantiza victorias electorales son discursos inanes, paciencia a raudales, visitar la casa mediática de tu enemigo, y, por supuesto, dar cabida en el mismo partido desde troskistas descontentos hasta a autoritarios nostálgicos. En cambio, Aguirre tiene razón. El votante, sufrido contribuyente, está harto de peroratas vacías de contenido; está hastiado de no ser capaz de prever qué hará el candidato del partido una vez pase el 22-M con el voto que le ha otorgado; está cansado de no ser capaz de anticipar la posición de un partido ante una situación no prevista en el programa; y está hasta las narices de que éste sea un conjunto de vaguedades adaptables a las circunstancias.

Siempre reconforta ver que en España quedan políticos de altura, capaces de hilvanar un discurso con sustrato ideológico liberal, y más todavía comprobar cómo con ese discurso se alcanza el poder, y aún más, si cabe, verificar que la aplicación de políticas consecuentes con dicha ideología sirven para mejorar la vida de los cada vez más ciudadanos y cada vez menos administrados. Igualmente ha dicho Esperanza Aguirre que siempre se ha sentido comodísima en el PP, aunque me temo que, parafraseando en este caso a Orwell, siempre muy cómoda pero unos días más que otros.

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