Posiblemente sí. Pero aún hay más el silencio complice del 11 M, no es el único en la historia de España. El primer silencio cómplice fue el atentado del Almirante Carrero Blanco que se saldó con el cierre dela investigación sin averiguar ni de donde se filtró la información sobre los movimientos de Carrero Blanco, ni de donde procedieron las minas que se emplearon. El usar un terrorismo como cortina de humo para encubrir un complot no es nuevo y lo que dice Luís del Pino es que detrás de muchos atentados posiblemente haya "algo más." Posiblemente el 11 M sea el atentado que más huele pero probablemente no haya sido el único y existe la remota posibilidad que mientras determinadas instancias se servían con su mano derecha de exigencia de disciplina a las fuerzas que caían en esta lucha con su mano izquierda alguien haya podido haber llevado a cabo algo así como una depuración encubierta. Quienes hicieron lo del 11 M demuestran que estaban acostumbrados a hacer esto. La pregunta es ¿desde hace cuanto tiempo? y la siguiente pregunta ¿tan poco vale la democracia que no sería capaz de resistir la prueba de mirar a la verdad cara a cara? Porque si es así, me repugnaría identificarme con una democracia de estas características.
No, si el Estado ya cuenta con herramientas más que suficientes de fiscalización: el poder judicial, el tribunal de cuentas, la oposición, la prensa.... el problema es que ninguno de ellos es independiente. Porque, vamos a ver, qué auditora sería tan chula de tocar las narices a un poder político que es capaz de no se sabe qué con 200 muertos para ganar las elecciones, por ejemplo.
Aunque se puede especular más o menos razonablemente sobre quiénes y por qué cometieron la masacre del 11-M, lo cierto es que pocos lo saben. Pero hay algo que hiela la sangre que sí sabemos positivamente: existe un contubernio institucional para ocultar la verdad de una matanza que apesta a golpe de estado. Esto es terrible y sentencia de muerte sin remisión al sistema, a la vez que constituye sólida prueba de que el 11-M fue mucho más que un mero atentado terrorista.
Ya ve usted, don Gabriel, mucho “indignado” y mucho zoquete adolescente de todas las edades reclamando más política liberticida como remedio a la ruina económica en que la política liberticida ha sumido al país, pero nadie acampa indignado por que protegidos del poder asesinen impunemente a doscientos paisanos.
Después de lo cual, ¿qué pueden importar las leyes y abusos inconstitucionales, los atentados contra la integridad nacional, la colaboración con el terrorismo o las prevaricaciones de las más altas instituciones?
Éste no es un sistema negligente o ineficaz, sino un régimen abiertamente criminal. ¿Auditar a la mafia? No, gracias; que siga en la chapuza.
Acogido por su hospitalidad y benevolencia, le envié varios comentarios demasiado acalorados sobre los posibles autores de los crímenes del 11-M.
En mis escritos, sustentados por datos, artículos, noticias, intuición y principalmente por los cambios y tratos efectuados por este gobierno en la lucha antiterrorista, señalaba hacia una, para mí, inequívoca dirección: La banda Eta, como principal autora de los atentados de los trenes.
Desde que conocí que el gobierno socialista, salido tras las explosiones del 11-M, coaligado con los separatistas catalanes, gallegos y vascos conseguía del Parlamento la autorización para “negociar” con los etarras, cuestión que me produjo disgusto y rechazo como español respetuosos con las leyes, se inició también en mí, la sospecha de que algo tremendo se escondía tras esa inexplicable decisión parlamentaria.
Las cosas que sucedían en política no eran, como hasta entonces creía, dignas y honradas, sino tremendamente interesadas e inconfesables, ladinamente sucias y pringadas de oscuros beneficios.
Luego, vimos tras el 11-M, la paralización de la búsqueda y captura de etarras, tratos de favor a los miembros y miembras encarcelados más sanguinarios de Eta.
Oímos, en las voces de ZP y Rubalcaba, indignos panegíricos a terroristas confesos y declaraciones impropias de los más altos cargos del gobierno sobre la “necesidad” de acabar con el terrorismo de Eta, pero sin explicar los medios que iban a utilizar para conseguirlo, que por lo que hemos visto, son favores a la banda terrorista y no los rigores de la persecución policial y la aplicación de las leyes.
Este gobierno, se ha tomado (para que no se perciba) un tiempo para amortizar lo pactado con la Eta, que le apremió porque venían las elecciones autonómicas y se veían sin tocar bola; Ahora, los terroristas ante la probable pérdida del gobierno de la Nación de sus benefactores, les atosigarán de nuevo, pero esta vez, ya instalados en los ayuntamientos vascos, para que les abonen el último pago: La amnistía para los presos de Eta.
¿A cambio de qué, un gobierno, concede donativos tan insólitos y desproporcionados a los terroristas?
No hay más respuesta que esta: 11-M.
Cuando un gobierno IMPIDE que se investiguen los atentados del 11-M, es porque oculta algo que le revienta y perjudica.
Spain is different.