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Carmelo Jordá

Viejas nuevas revistas

Unos 20.000 nuevos suscriptores se han abonado a la versión de Ipad pagando casi 60 dólares al año, esto supone unos ingresos de cerca de 1.200.000 dólares, lo que es desde luego un cantidad importante.

Hace dos semanas dedicábamos este rincón de internet a las posibilidades que los modernos dispositivos de lectura pueden dar a los libros electrónicos: nuevos formatos a los que todavía no sabemos bien como llamar pero que, en definitiva, son formas de contar historias o de transmitir información.

Adelantábamos también que, pese a eso, formas de expresión más "tradicionales" pueden y deben tener también un brillante futuro dentro del mundo digital.

Todo este razonamiento puede aplicarse también al mundo del periodismo: los soportes digitales deben favorecer (todavía más, cabría decir) que la información llegue a los consumidores con una riqueza de formatos impensable antes de la aparición de internet, así como con una rapidez y una comodidad que el papel no puede igualar.

Sí, ya sé que todo eso viene ocurriendo, pero ahora lo estamos viendo multiplicado, en cualquier parte y, sobre todo, en dispositivos pensados para leer y navegar.

Pero eso no es todo, no es necesario llenar tu página de fotos, vídeos y gráficos sino que puedes tener también éxito digital simplemente logrando un formato que sea agradable leer y, sobre todo, ofreciendo la suficiente calidad.

Y todo esto, aunque no se lo crean, ganando dinero.

No, no es periodismo ficción, no estamos hablando de un futuro idílico, es lo que ya está logrando una de las cabeceras señeras del periodismo y la cultura americanos, The New Yorker, que ha hecho públicos los excelentes resultados que está obteniendo con su aplicación para iPad, lanzada hace sólo cuatro meses: tal y como podemos leer en el New York Times ya hay unas 100.000 personas que leen la revista en la tableta de Apple.

Parte, unos 75.000, son suscriptores de la edición de papel a los que se ha dado la posibilidad de suscribirse también de forma gratuita a la versión digital. Esto en principio podría no parecer un gran negocio, pero si más adelante se logra que esos lectores sean únicamente digitales el ahorro de costes podría ser brutal.

Además, unos 20.000 nuevos suscriptores se han abonado a la versión de Ipad pagando casi 60 dólares al año, esto supone unos ingresos de cerca de 1.200.000 dólares, lo que es desde luego un cantidad importante. Incluso aunque, para una revista como The New Yorker, quizá sea una parte no tan sustancial de los ingresos estamos hablando de un formato nuevo y con sólo cinco meses de vida.

Pero es que, además, miles de personas adquieren números sueltos, a un nivel que sólo es posible gracias a la comodidad y la facilidad de compra que nos permite el fantástico proceso de compra del iPad.

De hecho, justo antes de escribir esta columna yo mismo lo he comprobado: en aproximadamente un minuto he descargado la aplicación y el último número de la revista y me he puesto a leer, al módico precio de 3,99 euros, sin ninguna dificultad y con la posibilidad de ofrecer una inmensa colección de números antiguos sin costes de almacenamiento y gestión.

Todos estos beneficios a cambio de desarrollar una aplicación sencilla, que nada más (y nada menos) permite una lectura cómoda de los largos y densos artículos de The New Yorker, que es en el Ipad lo que siempre ha sido en papel: una revista bien escrita y sin demasiadas veleidades gráficas.

Un modelo que, como vemos, también puede ser un éxito.

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