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Demografía y defensa

Conviene recordar algunos ejemplos históricos de civilizaciones que desaparecieron en parte por su incapacidad para competir demográficamente con otras civilizaciones rivales.

Recientemente, Robert Gates quiso dejar su puesto como secretario de Defensa de Estados Unidos lanzando duras críticas a los aliados europeos. Les acusó de comportarse como lo que se conoce vulgarmente como "gorrones", al beneficiarse de las ventajas de pertenecer a la organización atlántica pero sin querer compartir los riegos y los costes que ello implica. Así, el gasto de la OTAN ha decrecido desde septiembre de 2001 un 15%, mientras que desde la caída del muro de Berlín la participación de Estados Unidos en los presupuestos de la Alianza Atlántica ha crecido un 75%. Con la actual crisis, Washington no va a mantener dicho apoyo. Además, los americanos ya están cansados de pagar. Ni con estas la Europa aliada parece dispuesta a dedicar los recursos necesarios para su propia defensa.

Las palabras de Gates no sorprendieron a nadie: se limitó a subrayar un hecho más que de sobra conocido. Pero Gates no sólo habló de los aspectos financieros en su despedida, también se atrevió a subrayar el declive demográfico europeo como un factor más de la debilidad de los aliados. Es decir, su fracaso para tener niños, por lo tanto la falta de hombres jóvenes para ser reclutados, y como consecuencia, las crecientes dificultades para desplegar en el futuro fuerzas operativas y participar en operaciones en el exterior. Así tenemos a una relativamente más joven y creciente población de Estados Unidos frente a una anciana y cada vez más improductiva población europea que reduce su presencia y poder global.

Pero hay mucho más detrás de las estadísticas demográficas. Por ejemplo, los distintos patrones de la inmigración en cada una de las orillas del Atlántico y los cambios demográficos internos pueden erosionar la identidad histórica común entre Estados Unidos y Europa y, por qué no, cambiar la relación transatlántica.

Existen además varios estudios sobre la relación entre los factores demográficos y las posibilidades de que una nación se vea envuelta en un conflicto armado. Se discute por ejemplo sobre las crecientes tensiones que se derivan de las presiones poblacionales y unas limitadas materias primas, cuya calidad además se deteriora a su vez por la presión demográfica; otros hablan sobre la creciente población joven masculina frente a la femenina en países como China e India, y como consecuencia la posible mayor propensión hacia la violencia tanto interna como contra otros estados; otros discuten sobre si los países más ancianos son más pacíficos, no sólo porque los recursos se destinarán más y más hacia su sostenimiento y menos al gasto militar, sino porque los ancianos son hormonalmente menos propensos a la violencia que los jóvenes.

Los cambios en la edad y la distribución geográfica de las futuras poblaciones son y serán importantes para los aspectos de seguridad y la defensa. Conviene recordar algunos ejemplos históricos de civilizaciones que desaparecieron en parte por su incapacidad para competir demográficamente con otras civilizaciones rivales. Gates lo hizo.

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