No estoy muy de acuerdo con este artículo. Hay cosas que no serían terapias definitivas pero sí mitigadores muy fuertes del asunto nacionalista. Por ejemplo, que la marca España fuera una referencia de prestigio que dejara en ridículo a quien denostara contra ella. Otra, que la clase política con responsabilidades de estado no pretenda hacerse perdonar una etérea culpabilidad por ejercer esas responsabilidades de estado y corran raudos a darles todo lo que pidan, sino que los traten como una fuerza política más con la que se señalan sin complejos las diferencias ideológicas realmente existentes. Dicho más llanamente: que se les sepa decir con elegancia y con oportunidad la palabra NO. Se podrían descubrir muchas otras líneas de mitigación de los nacionalismos, pero con estas dos ya tendrían los partidos llamados a turnarse en el gobierno de España campo suficiente para acercarnos a ese necesario cierre
La mayoría de los españoles no queremos un estado federal que por otra parte tendría pocas diferencias con el actual. Esa es una idea de la izquierda que la derecha no tiene por qué asumir, más aún cuando la mayoría de la población está en contra.
Se puede y se deben eliminar autonomías, por ejemplo reunificando Castilla, y se puede y se debe recuperar competencias para el Estado como propone ya UPyD.
En mi opinión da igual el sistema autonómico que el federal. Al final para que funcione hay que cerrar el sistema de traspasos constantes del art 150,2 de la CE. Hay que acabar la constitución; terminar con el “sistema inacabado” que definió Jorge de Esteban. Inacabado por cuanto los listados de los artículos 148 y 149 junto con el precitado 150,2, permiten todo tipo de interpretaciones entre competencias exclusivas, compartidas…
Hay que devolver determinadas competencias al Estado (educación y sanidad, como poco). Hay que igualar las competencias que se ejercen en cada Comunidad. Hay que cambiar la circunscripción electoral para que sea nacional en vez de provincial, como señala el Sr. García Domínguez.
Y todo eso y alguna cosa más se puede hacer manteniendo el sistema autonómico, sólo hay que tener voluntad de hacerlo. Y esa es la que falta. Ni en Génova, ni en Ferraz, porque para llevar a cabo esa modificación hay que contar con los dos partidos. Uno porque el consenso es deseable que exista entre los supuestos partidos nacionales para que esto sea aceptado por la mayoría de los españoles y dos porque será difícil que el PP tenga mayoría suficiente para aprobarla en el Congreso y Senado sin contar con los votos socialistas
El único problema es que un Estado federal es anticonstitucional. Lo que es una chapuza es el artículo 2 de la Constitución y el Título VIII, acabemos con las autonomías o las autonomías acabarán con nosotros. Y por cierto sí que hay solución al problema nacionalista, en Canada lo han resuelto, se llama leyes de claridad. Cualquier región de España debería poder solicitar la celebración de un referéndum de independencia, pero con un pregunta clara, independencia, y una respuesta clara, sí o no. Y la independencia con todas sus consecuencias. Si se hace esto el problema está resuelto, se acaba de una vez por todas con el chantaje permanente separatista.
¡ELIMINARRRRLAS! Con las provincias bastan y un estado central, con una razonable desconcentración de funciones que acerquen la administración al ciudadano. Un método muy distinto de la actual "desconcentración de competencias" que no ha traido más que diversidad legislativa, con la consiguiente complejización y dificultades para las relaciones entre ciudadanos, que fomentan, de hecho, la desigualdad...
José, en sintonía con los comentaristas que me han precedido y en "disintonía" con su propuesta federalista, no creo que de llevarse a cabo ésta contribuyera eficazmente a resolver o a paliar el problema de los particularismos agresivos periféricos. A mi parecer, el énfasis tendríamos que ponerlo en la interrelación cultural y económica, antes bien que en "el irrenunciable propósito igualitario que inspira las estructuras federales". Es precisamente lo ya conseguido -que es mucho- en esa interrelación lo que trata de ser destruido por los alocados dirigentes de nuestros partidos nacionalistas. Y su fortalecimiento -por otra parte, si a largo se mira, inevitable- lo que debería inspirar las políticas de nuestros gobernantes nacionales. Permitamos y gocemos con las diferencias -lo que me parece que estaría en la esencia del pensamiento liberal- cuando éstas se deban al esfuerzo y al talento y no a los privilegios. Servirán de estímulo a todos.
Con afecto.