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Eva Miquel Subías

Corre, hija, corre...

¿Se creen a estas alturas que el español medio “comprará” el mensaje mientras reposa en la larga e interminable cola del INEM? ¿Creen, en definitiva, que los ciudadanos españoles somos lerdos?

Ahora sí. Quedémonos todos tranquilos. Ya tenemos videotape. Y las lies. Aunque no entro en el sex. Todo llegará.

Lo bueno que tienen las campañas electorales –desde que impera el fenómeno sketch– es que siempre reviven aquella cinta independiente de Steven Soderberg que movió algunos cimientos en el sector casi en los inicios de los años noventa.

Y digo bien. Digo sketch por el carácter cómico de no pocos anuncios de publicidad partidil. Ferraz Entertainment se ha empleado a fondo. Pero no lo han conseguido. Ya no.

Cuando ves una escena con un chaval engominado, con pinta repelentón, cogido de la mano de una trabajadora interna que le acompaña al colegio privado con su uniforme de tonos rosa y éste le dice que ojalá sus hijas sean las futuras cuidadoras de sus hijos, ni siquiera te echas a reír por lo ridículo del mismo. Te echas a llorar. Y les cuento por qué.

El problema de anteponer la igualdad a la libertad es que te conduce directamente al error de principio, de planteamiento. Y lo que es peor, siempre acabas, en su nombre, por aniquilarlas a ambas.

Partiendo de la base fundamental de que en España el derecho a la educación y la elección donde ésta se imparte es un derecho no sólo esencial, sino constitucional, están pasándose por su progresista e hipócrita forro ese derecho que tenemos los ciudadanos españoles, "el que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones". Constitución española dixit. Claro que ésta tampoco pasa por su momento de esplendor, precisamente. Se deja tocar, pero no sé si se hace respetar demasiado.

No voy a entrar en lo demodé del mismo. No sólo antiguo, tremendamente rancio, diría yo. Y casposo, añado. ¿Se cree acaso el equipo de Alfredo Pérez Rubalcaba que puede ganar unas elecciones recurriendo a la obsoleta lucha de clases y a la potenciación de la escuela pública –cuya enseñanza han dilapidado– sobre otras legítimas opciones? ¿Se creen a estas alturas que el español medio "comprará" el mensaje mientras reposa en la larga e interminable cola del INEM? ¿Creen, en definitiva, que los ciudadanos españoles somos lerdos?

Otra cosa les diré. No comparto, por otro lado, las críticas que ha habido, sobre todo tuiteras, al respecto de la utilización de un niño en la cinta. Y no lo comparto porque no me gusta la demagogia, proceda ésta de donde proceda, para empezar. Y mientras las agencias de publicidad trabajen con menores de edad, les podremos contratar como actores para el fin que se estime oportuno, siempre y cuando se ajuste a la legalidad, para continuar.

El video electoral finaliza sus cincuenta desafortunados segundos con una imagen de la cuidadora, despojada ya de su uniforme, acompañando a su hija a una escuela pública. Se despide con un beso y mientras suena una musiquilla de

mala imitación de las piezas de John Barry, la madre suspira y exclama: corre, hija, corre...

Pues sí, que corra, que corra, porque no es para menos. Porque la nación que nos han dejado los responsables políticos socialistas es para hacer millas a lo Forrest Gump y no parar.

Y porque ya que olvidaron hace tanto el significado del pudor, podrían demostrar un mínimo de decencia y honestidad intelectual, aunque tan sólo sea para dar ejemplo a sus hijos. Los mismos que van a los colegios privados elegidos libremente por sus familias. O sea, por ellos.

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