¿qué apostamos? el CIS cocinará en breve una "encuesta" para lavar la imagen del Borbón.
Aquella fue la excusa,la oportunidad que encontraron muchos para acabar con Federico y con la libertad de expresión.Federico no gustaba a casi nadie porque no complacía a los diocecillos del país,pero sí a los españoles que andábamos asfixiados y encontrábamos, en él y en sus compañeros de entonces en la Cope, un poco de aire no viciado para respirar.Hizo y dijo lo que tenía que hacer y decir,y abrió el camino para otros.
Los cerebros encorsetados y medio podridos de la clase política, y de más de medio país, no soportaban que desde la Cope de entonces,como ahora desde es.Radio,las personas viéramos la cara oculta de la tramoya institucional.Era una heroicidad,digo bien,heroicidad, que la Iglesia,otra de esas instituciones, no podría soportar si se la presionaba un poco.Qquedaban muy lejos los tiempos de Nerón y de los mártires;ahora Nerón no es tan malo,sólo un pecador por el que hay que rezar.Pero Federico no tiene perdón,¿verdad?.
-¡Es que insulta!
-¡Es que tiene un estilo agresivo!
-¡Es que no puede ser que diga lo que quiera!(es el "es que" que más me gusta)
-Es que,es que es que.....
"Es que.."¿qué?.Todo bien arregladito;Pp y Psoe de la mano,el Rey en Arabia mientras se enterraba a los bomberos de Guadalajara;los idiotas medraban en los partidos políticos;España se pudría por dentro mientras se limitaban a disfrazar el olor.Todo parecía perfecto si no fuera porque había otro aragonés,como el de antaño, que decidió pintar de nuevo,pero actualizadas,"Las Pinturas Negras" y dar de lado a los retratos de personajes de la Corte donde las señoras aparecen sin sus verrugas y las zarpas de los engendros como manos perfectas y cutifinas.
Pocas cosas resultan más evidentes para algunos ciudadanos no fácilmente manipulables por la demagogia y el extremismo interesado que, tras la continua apelación a los principios, el bien de España, la causa nacional y otros enunciados igualmente sonoros, abunda más el rencor mal llevado que la prístima preocupación por el bien común. Si hoy atacan al Rey los que ayer lo alababan, si hoy exultan de gozo justiciero los que anteayer necesitaban del morbo republicano para hacerse notar, si hoy surcan las ondas espada con flamigera al viento los purificadores de este supuesto Edén que llamamos España con un indisimulado afán por hacer de la venganza personal causa de los santos varones, es porque los periódicos venden poco, las redacciones adelgazan a ojos vista y el déficit acecha las cuentas de resultados con tan angustiosa proximidad como esa con la que el íntimo desasosiego acosa al ego allí donde todavía supuran las fístulas producto de antiguas desmesuras.
Pero dejando aparte el batiburrillo de esa fullona de corrala de -mala- vecidad, el fondo del asunto carece por completo de relevancia. Al Rey le gusta cazar: bueno; ¿y qué?. La lista de quienes tienen aficiones cinegéticas es tan grande y en ella entran tan conspicuos nombres de la vida pública que el escándalo por una cacería africana equivale a poner en cuestión la misma vigencia de tal actividad lúdica -que, por cierto, el que esto escribe deplora en la misma medida que los toros, la huelga general y otras aficiones populares-. El Rey se gasta su dinero en gustos caros: bueno; ¿y qué?. ¿Vamos también a exigir el cierre de los palacios diversos que ocupan políticos, aristócratas y la misma monarquía porque haya quienes resultan desahuciado de su vivienda?. ¿Qué otra demagogia igualiltarista se va a poner sobre la mesa camilla para regodeo de comadres y puritanos?. El Rey pasa un mal momento en su matrimonio: bueno; ¿y qué?. No será el primero, ni será el último Jefe de Estado que sobrelleva tales dificultades personales; por lo demás, comunes a tantos españoles.
Mucho debemos a don Juan Carlos y si a algunos les disgusta que a sus virtudes pueda unir lo que les parecen defectos, deberían pensar en cómo esa combinación de unas y otros ha rendido tantos beneficios a nuestro país como para merecer durante tantos años no ya mera condescendencia sino el más agradecido de los respetos de la mayoría de los españoles .
El tinte que está tomando la critica al Rey, su familia y la monarquía es ya paranoico. No se recuerda un caso en que por menos a uno le condenen a más. De la desmesura se está pasando en muchos casos a la lapidación.
Creo que es una inmensa equivocación y una falta de juicio. El gran drama es que el camino a lo que esto tiene toda la pinta de llevarnos casi nadie es capaz de verlo ahora; sólo aviso que es de color negro tizón.
Con Crister debe coincidir César Vidal, quien no solo no ve por qué se critica ahora tanto al rey sino que incluso mete miedo con guerras civiles. A FJL tampoco le gusta tanta gente pidiendo ahora la abdicación, así que prefiere desmarcarse. Se ve que lo que les gusta es ser unos pepitos grillos, pero tienen pavor a que alguien les haga caso.