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Amando de Miguel

La función psicológica del insulto

Etimológicamente, 'insultar' es tanto como "saltar sobre el otro". Es decir, es una forma de agresión simbólica.

Me encuentro con un hecho grave que no logro explicar del todo. Cada vez recibo más correos que son simplemente una lista de exabruptos, insultos y contumelias hacia los nacionalistas vascos o catalanes. También se insulta a personajes de la política o de la vida social. Las más de las veces me resisto a transcribir esas expresiones, más que nada porque en esta seccioncilla impera la ironía y el buen gusto. Pero la realidad es la que digo.

Los libertarios ya conocen mi teoría sobre el insulto. Suele ser un desahogo que puede que evite la violencia física, pero que desplaza el esfuerzo de razonar. Etimológicamente, insultar es tanto como "saltar sobre el otro". Es decir, es una forma de agresión simbólica. Por lo menos se debe exigir el ideal de insultar con gracia, como hacen algunos eximios escritores, como Francisco de Quevedo o Camilo José Cela. Ya sé que no es fácil. Algunas de las personas más insultonas me dicen que las elimino o las borro. No es así. Pueden seguir enviando sus mensajes, pero me reservo el derecho a reproducir sus expresiones cuando considero que se pasan de la raya. (La "raya roja" se dice ahora). Aun así, bienvenida sea la crítica. También se puede aprender a insultar. Por lo menos es una aplicación del dominio del lenguaje. Recuerdo que en algún correo me han llamado "viejo" como insulto. Sospecho que la persona que se dedica a insultar a troche y moche, y además sin gracia, es que tiene una pobre impresión de ella misma.

José A. Martínez Pons se refiere a una especie de insulto retrógrado respecto a Franco, que ahora se prodiga mucho. Supongo que el mallorquín está pensando en ese reciente acto grotesco del Barcelona Club de Fútbol. Ahora ha decidido quitarle la medalla que le dieron a Franco hace más de medio siglo. Hay situaciones más afrentosas. Este es el juicio de don José Antonio:

Cuando se recurre al insulto o a la descalificación, aunque sean frasecitas ingeniosas, es porque no se tiene argumentos sólidos. Cuando se recurre a la mentira es porque no se puede recurrir a la verdad. Desde luego, que para descabalgar a Franco haya habido que transcurrir un lapso de más de 30 años después de su muerte, dice mucho por sí solo.

Concluye con una afirmación para grabarla: "Eso en un país en que es fácil morir por un ideal, pero que es casi imposible vivir defendiéndolo". Es una buena síntesis de nuestra Historia contemporánea.

Debemos reconocer que la descalificación radical que se hace de muchos políticos es porque dan pie para ello. Juan Díaz López-Canti contrapone la figura ejemplar del mejor presidente que han tenido los Estados Unidos: Harry S. Truman. Cuenta un minúsculo dato. Nada más ceder la presidencia de la nación a Eisenhower, "Truman y su esposa regresaron a su hogar en Missouri conduciendo su propio coche, sin ninguna compañía del Servicio Secreto". Como presidente de la nación más poderosa

del mundo, Truman se pagaba sus gastos de transporte y comida. Después de su mandato no aceptó ni medallas ni puestos influyentes en empresas. Su argumento es que esos nombramientos eran para aprovechar su influencia, pero

la figura del presidente no me pertenece. Pertenece al pueblo al pueblo norteamericano y no está en venta.

Tampoco es que fuera siempre tan solemne. También escribió: "Mis vocaciones en la vida siempre fueron ser pianista en una casa de putas o ser político. Y para decir la verdad, no existen grandes diferencias entre las dos". Añado que fue el primer presidente en emplear el acrónimo SOB (= hijo de puta), dirigido a su oponente en la campaña electoral. He ahí un insulto con gracia, dada la ocasión. Don Juan sostiene que podríamos clonar a Truman. "Falta nos hace" un tipo así. Estoy de acuerdo.

 

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