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Amando de Miguel

El lenguaje de los carteles

Lo típicamente español es el "Queda terminantemente prohibido" de algunos carteles. Por lo visto hay prohibiciones que no son terminantes.

Cuando vamos a otro país, nuestra mirada se queda asida al interés que despiertan los carteles de todo tipo que animan las calles, los vehículos, los edificios. Se podría hacer un estudio de la cartelería para comprender mejor lo específico de una sociedad. Lejos quedan aquellos carteles de las tabernas de los años de la postguerra: "Se prohíbe cantar, blasfemar y hablar de política". Durante mucho tiempo perduró un cartel inexplicable en algunas casas burguesas: "Se prohíbe bajar en el ascensor". Hace mucho tiempo que desapareció este aviso de los vagones del Metro: "Antes de entrar dejen salir". Nos hemos civilizado. Me parece que ya comenté aquí el cartel más estrambótico que he visto. Estaba en la puerta de un bar de carretera: "Se prohíbe la entrada de autobuses". Era una forma de decir que no estaba bien que los viajeros de los autobuses entraran solo a los servicios sin tomar nada del bar. Son ganas de prohibir. Lo típicamente español es el "Queda terminantemente prohibido" de algunos carteles. Por lo visto hay prohibiciones que no son terminantes. Personalmente, me gustan más los carteles que "ruegan" que los que "prohíben".

Jesús Juan López observa el cartel tan repetido de "No fumar". Su opinión es que el cartel debería ser: "No fumen". Comprendo que sería más correcto, pero el uso admite que el infinitivo pueda ser imperativo. En una frutería castiza de Madrid reza este insinuante letrero: "Tomad mucha fruta". Supongo que está ahí desde la época de la República.

Más simpático es este cartel visto por don Jesús Juan: "Se busca aprendiz con experiencia". Si bien se mira es el ideal para un puesto de trabajo. La sección de ofertas de trabajo está llena de esas combinaciones difíciles de cumplir. Me cuenta un amigo de Badajoz que en su facultad han puesto un cartel de "Se necesitan médicos" para no sé qué labor. Se añade: "Absténgase los licenciados en Badajoz". Se comprende la escasa moral que puedan tener los alumnos de esa facultad.

De los carteles pasamos a los consejos publicitarios. Por cierto, los anuncios de antes ahora son consejos; suena más paternalista. Don Juan Jesús aporta algunos hallazgos. Por ejemplo, el "No hay otro mejor" de algunos anuncios. O también el "Recomendado por dentistas". Por lo visto, antes decía que lo recomiendan nueve de cada diez dentistas. La frase procede del famoso anuncio de un jabón que lo utilizaban "nueve de cada diez estrellas del cine". Está claro que ahora no se puede decir de esa forma tan engañosa.

Cambiando de tema, don Juan Jesús se mete en política. Razona que con lo que ha costado el AVE de Toledo-Cuenca-Albacete (perfectamente inútil) se podría haber comprado una tercera parte de las acciones de Porsche. Claro que, añade, en ese caso podría pasar a fabricar un coche modelo Toboso para rodar por las carreteras manchegas. Lo que más me ha enternecido de la carta de mi comunicante es que se despide así: "Suyo afectísimo". Creo que es la primera vez que recibo una despedida tan cortés. Definitivamente, estamos perdiendo las formas. Es la consecuencia de que ya no escribamos cartas sino mensajes. Por lo menos en esta seccioncilla no los limitamos a 140 caracteres. Los que aquí escribimos no nos sentimos tan faltos de tiempo o de cacumen. Además, literalmente escribimos, no "ponemos negro sobre blanco", que es la letanía de estos días. Perdón, he dicho "letanía" y tendría que ser "mantra". A veces pierdo la noción del mundo en que vivo. 

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