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Pablo Molina

Sánchez y Camacho, Solidaridad Limitada

Manda huevos que la región más ruinosa de España pretenda decidir el reparto de unos fondos comunes a los que apenas contribuye.

Manda huevos que la región más ruinosa de España pretenda decidir el reparto de unos fondos comunes a los que apenas contribuye.

La inventiva de los nacionalistas catalanes para aprovecharse de los demás sólo tiene parangón en la de sus fieles servidores al mando de los partidos sedicentemente españoles del Principado. Alicia Sánchez Camacho, encumbrada al papel de maestresala de Artur Mas como culminación de toda una carrera política al servicio del tinglado, ha realizado también su aportación al eterno debate sobre Cataluña, una región a cuyos dirigentes hay que consentir todos los abusos para que nos concedan la merced de permanecer en España un poco más.

La jefa del PP en Cataluña ha dado, pues, con la fórmula destinada a resolver el llamado "encaje de Cataluña" –mucho más aburrido que el de bolillos e infinitamente más costoso–, para que los separatistas se sientan a gusto en España, acaben con sus absurdas amenazas y se limiten a escarnecer los símbolos nacionales como han venido haciendo hasta ahora. La fórmula acuñada para la ocasión es la de "solidaridad limitada", sintagma felicísimo que acrisola en tan solo dos palabras todo un programa político.

La solidaridad limitada, ha explicado doña Alicia, consiste en que Cataluña –que al parecer paga impuestos como tal y no sus ciudadanos, como creíamos hasta ahora– ceda a las demás regiones una parte de lo que allí se recaude, pero dentro de un límite que con las prisas ha olvidado concretar. Además, ese dinero será entregado con carácter finalista para actuaciones muy concretas previamente determinadas. Es decir, que habrá que consultar a los nacionalistas catalanes en qué se puede gastar el dinero que supuestamente entregan a las arcas comunes y justificarlo posteriormente enviando a la Generalidad los documentos oportunos. Al revés no, porque Cataluña es una nación y el resto de España una excrecencia a su servicio sin jerarquía ontológica.

Manda huevos que la región más ruinosa de España por la ineptitud de sus políticos y la propensión al delito de su clase dirigente, salvada de la suspensión pagos gracias a la solidaridad (esta vez ilimitada) del Gobierno en nombre de todos los contribuyentes españoles, pretenda decidir el reparto de unos fondos comunes a los que apenas contribuye a pesar de la matraca del "España nos roba". Un mantra que Alicia Sánchez Camacho, como acabamos de ver, también ha interiorizado a plena satisfacción del clan de los Pujol. Tendrán queja.

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