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EDITORIAL

La sucesión del Rey complica la de Rubalcaba

Por mucho que Rajoy no tenga duda de cuál va a ser la posición socialista, la realidad interna del PSOE no permite hacer pronósticos tan seguros.

Bien está que el presidente del Gobierno haya elogiado la actitud "seria, ejemplar y con sentido de Estado" de Alfredo Pérez Rubalcaba, quien el pasado lunes reafirmó el compromiso de su partido con el pacto constitucional en torno a la Monarquía y deseó al príncipe Felipe "el mayor acierto" como nuevo rey de España.

Ahora bien, por mucho que el presidente del Gobierno no tenga "la más mínima duda de cuál va a ser la posición del PSOE en las próximas fechas", la realidad interna de este partido no permite, desgraciadamente, hacer pronósticos con tanta seguridad. Por muy sincero que haya sido Rubalcaba en su respaldo a la Corona, la suya no deja de ser la posición de un secretario general en funciones, con un prestigio mucho menor que el que tenía Felipe González en el momento de abandonar la dirección del partido, y el propio PSOE en una crisis formidable. Para colmo, el gran beneficiario de la sangría de votos socialista no ha sido el PP, ni ninguna de las otras formaciones leales al pacto constitucional, sino IU y Podemos, que abiertamente se pronuncian contra la monarquía parlamentaria.

Es verdad que uno de los aspirantes a suceder a Rubalcaba, Susana Díaz, ha seguido su estela al defender "la Constitución y el Estado de Derecho", pero no menos cierto y preocupante es el elocuente silencio que en este asunto está manteniendo otro aspirante a la sucesión, Eduardo Madina; silencio que sólo ha roto para recordar que la "base" del PSOE es "republicana". A ello hay que sumar el hecho de que las federaciones de Valencia, Baleares y Galicia, y el PSC de Barcelona, consideran que ha llegado el momento de un referéndum para que la ciudadanía elija entre la continuidad de la monarquía o la instauración de una república.

Al menos media docena de diputados se han sumado este miércoles a la petición de que se celebre una reunión del Grupo Socialista para debatir el asunto ante la votación de la ley de abdicación, y han solicitado la libertad de voto en la misma.

Ya hemos señalado en días anteriores que la imagen de precipitación que ha transmitido la abdicación del Rey pudiera obedecer a la necesidad de anticiparla para que no pudiera ponerla en peligro una previsible radicalización del PSOE. Tal vez esa premura frustre la tentación de dar satisfacción a un alma republicana de la que el PSOE nunca ha renegado. Pero aun en el caso de que la ley de abdicación lograra en el Congreso el respaldo unánime de los socialistas que Rajoy augura, el hecho de que PP y PSOE hayan perdido tanto apoyo electoral seguirá siendo un motivo de preocupación en el futuro. Y es que de poco servirá que PP y PSOE sigan respaldando sin fisuras a la Corona si, por falta de regeneración interna, siguen perdiendo respaldo electoral en beneficio de quienes confunden democratizar con destronar.

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