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Fran Guillén

De oficios y desequilibrios

Evitó un tanto que le clavaba el estoque a Argentina y dio paso al final de película, con los vuelos de Romero, Goycochea sin Telefunken.

Evitó un tanto que le clavaba el estoque a Argentina y dio paso al final de película, con los vuelos de Romero, Goycochea sin Telefunken.

Argentina y el oficio

La final de Argentina es el tackle de Mascherano a Robben. Ese último resuello que el verdadero capitán de la albiceleste no negoció cuando otros sí lo hubiesen hecho. Él es la alegoría perfecta de una selección obrera que rezuma oficio. Lo difícil en ese instante era perseguir al holandés en el desdoble y evitar la tentación del trote cochinero, en el que sí cayó Garay. En el noventa y medio, el destructor del Barcelona supo que en esa carrera había un gol y se dejó en el verde lo que le quedaba de alma.

Evitó un tanto que le clavaba el estoque a Argentina y dio paso al final de película, con los vuelos de Romero, Goycochea sin Telefunken. Messi está a un partido de ser Maradona.

Holanda y el desequilibrio

Se inventó en cuartos el viejo Van Gaal lo que convendremos en bautizar como el ‘portero placebo’. Le abrió la jaula a Krul y, con ello, llenó de dudas a los costarricenses, que recibieron al nuevo como quienes esperan en el centro del Coliseo a que aparezcan las fieras. Contra Argentina,

Holanda volvió a ser rácana, demasiado dependiente de las diagonales afiladas de Robben, de los quiebros en dos palmos del jugador más desequilibrante de este Mundial. Sin él avivando la confusión ajena, la Oranje fue menos.

Van Persie se vació pronto, Sneijder se descalibró y Huntelaar fue un tiburón sin dientes. Vlaar, quizá el mejor atrás, hizo de Djukic en los once metros. Y Cillessen, al que el destino le devolvió lo sustraído, se quedó en un trampantojo de su suplente.

Alemania y la historia

La Blitzkrieg era esto. He dejado reposar el 1-7 de Belo Horizonte y aún no recuerdo si vi futbolistas o vi panzers. Si aquello fueron defensas amarillos o pájaros que saltaban a las escopetas. Nadie ha definido mejor la hecatombe que Hernán Casciari, que dijo que "el fútbol, tal y como lo conocemos, ha dejado de existir". El Mineirazo es el Maracanazo sin lo virginal del 50 cuando, a pesar de Ghiggia, aún en este deporte estaba todo por contar.

Esta Alemania con cañones de 36 libras masacró a una Brasil que ya tenía un poso enorme como nación de fútbol. Y redujo a escombros una idea y una aspiración que casi era motivo de seguridad nacional. Una generación ya está marcada para siempre. Pueden ser dos si a los de Löw les da por ganar el domingo.

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