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Pablo Molina

Iglesias y Bergoglio

Iglesias ha dado su aprobación al discurso del Papa, y ese es un éxito que sin duda será tenido muy en cuenta en el Vaticano.

La intervención del papa Francisco en el Parlamento Europeo ha levantado oleadas de entusiasmo entre los miembros de la bancada marxistoide, fenómeno que no es de extrañar, conociendo las ideas de unos y otro. En el caso de nuestro Pablo Iglesias, el fervor ha llegado a unos niveles incomprensible en un político que quiere erradicar la influencia social de la institución en nombre de la cual estaba interviniendo el orador. Los elogios de Pablemos en las redes sociales a las palabras de "Bergoglio" son suficientemente elocuentes de la fascinación que el Papa produce en los que luchan por traernos el comunismo. Sólo Hugo Chávez que bajara del cielo (donde aseguran sus fieles que está, tal vez con demasiado optimismo) podría desatar una admiración similar.

Iglesias ha dado su aprobación al discurso del Papa, y ese es un éxito que sin duda será tenido muy en cuenta en el Vaticano. Pero el eurodiputado que va a salvar a España de los males que le aquejan en cuanto llegue a La Moncloa ha manifestado además su interés por mantener un encuentro con Francisco, "en el Vaticano o en mi casa de Vallecas", para que no queden dudas de que la sintonía entre las dos personalidades es casi absoluta.

Es cierto que, entre la farfolla con pretensiones de análisis socioeconómico, Bergoglio ha deslizado muy duras palabras contra ciertas actitudes bendecidas por la izquierda que los pablemos encarnan en grado superlativo. Es el caso de la condena del aborto como lo que es, el asesinato de un ser humano, que ha motivado el rechazo expreso de las eurodiputadas podemistas, partidarias del aborto libre y, por supuesto, gratuito. Sin embargo, para dos hombres de Estado como Iglesias y Bergoglio se trata de detalles insignificantes que no van a deslucir el pleno entendimiento en asuntos de verdadera enjundia, como la coincidencia en que "las multinacionales y los poderes financieros" tienen secuestrada la democracia, la principal preocupación evangélica de la Iglesia Católica y la extrema izquierda en estos momentos.

El eurodiputado Echenique, que intentó arrebatar a Iglesias el liderazgo de Pablemos (por supuesto, en vano), ha hecho su particular resumen de la performance bergogliana en Estrasburgo diciendo que "el programa económico del Papa [sic] es el de Podemos", pero no así el referido a los derechos de las mujeres y los homosexuales. Lo cual demuestra que Iglesias está a años luz incluso de sus colaboradores más cercanos. Si tuvieran la visión política del líder supremo de su partido no andarían tuiteando esas tonterías.

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