En respuesta al ataque recibido por parte de la señora Natalia Andújar, presidenta de la Comisión de Formación de la Comisión Islámica de España, deseo manifestar lo siguiente:
En primer lugar, que me ratifico en todos los extremos a los que me refería en el artículo al que usted hace referencia, publicado en Libertad Digital gracias a la libertad de expresión que garantiza el estado de derecho.
En segundo lugar, que me parece muy revelador del talante de la señora Andújar la petición de censura para la expresión que disiente de su pensamiento y de sus creencias. Sin embargo, convendría que la citada señora tomase en cuenta que aún estamos lejos de vivir en una sociedad en la que sean de aplicación las normas que impidan el efectivo ejercicio de la libertad de expresión, tal y como ella manifiesta sería su deseo.
En tercer lugar, que resulta algo cómico el que la presidenta de la Comisión de Formación de la Comisión Islámica de España me atribuya la intención de "crear una confusión permanente al identificar la dimensión política con la dimensión religiosa", cuando, precisamente, la mezcla de lo religioso y lo político resulta tan obviamente constitutiva del mundo musulmán. No está de más recordar a este respecto que, mientras nuestra civilización cristiana fue erigida justamente sobre la separación de los dos ámbitos, el civil y el religioso, no creo que pueda usted decir lo mismo de la suya.
Por lo demás, su prédica de la libertad religiosa tiene sencilla verificación: puede convencernos a los españoles de que su preocupación por dicha libertad religiosa es real, y no un mero recurso argumental, obsequiándonos con una declaración en la que emplace a las autoridades saudíes, no ya a que permitan el ejercicio público de otras religiones que no sean la musulmana, sino siquiera para que no encarcelen a quienes posean una Biblia, para que no castiguen con la pena de muerte a quienes acogen perros en su casa, o para que no lapiden cruelmente a quienes tienen relaciones sexuales fuera del matrimonio.
Las autoridades saudíes han prohibido que los cristianos se reúnan para rezar ni siquiera en la privacidad de su casa, y castigan el proselitismo religioso con la muerte. Y quien dice saudíes puede añadir indonesias, iraníes o nigerianas. Hay donde elegir. ¿Alguna apelación, por su parte, a favor de la libertad religiosa en estos países? ¿O esta se limita a los meridianos occidentales? Si se atreve usted a calificar de "islamófobo" mi artículo, ¿cómo denominaría usted a esos correligionarios suyos?
Señora Andújar, basta de tomaduras de pelo. Cuando uno reclama un derecho, lo menos que debe hacer es estar dispuesto a reconocerle a los demás el mismo derecho. Es un principio que se conoce como reciprocidad.
Como escribí en el artículo que suscitó su ira, la tolerancia y la libertad tienen límites. Claro que no todos los que profesan el islam comparten las más extremas expresiones de intolerancia islamista ni apoyan el terrorismo; pero es también cierto que el fracaso del multiculturalismo resulta bien visible en toda Europa. Le reitero que existen civilizaciones mejores y peores, algo que, estoy seguro, usted comparte. Como le dije, ponerlas todas al mismo nivel sólo es allanar el camino a la barbarie.
Por último: hace usted referencia a lo que califica como "mito" de la invasión (supongo que se refiere a la del año 711) evidencia histórica que parece usted cuestionar, en la línea del más negro revisionismo histórico. Pero los españoles sabemos muy bien que tal "mito" es una realidad histórica incuestionable, a la que, eso sí, tenemos que agradecer la conformación de un profundo sentido de la identidad nacional forjado durante los ocho siglos de combate por el recobro de la patria de nuestros antepasados.
Permítame, en todo caso, señora Andújar, expresarle mis mejores deseos para las fiestas tan entrañables que en estos días celebramos y para el año que comienza.
En España
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