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EDITORIAL

Los Pujol siguen afrentando a la ciudadanía

La actitud de los Pujol convirtió la sesión parlamentaria en una pantomima siniestra que debería avergonzar a los nacionalistas y a sus votantes.

La comparecencia de Jordi Pujol, su esposa y su primogénito en la sedicente comisión de investigación creada en el Parlamento de Cataluña para supuestamente investigar el fraude fiscal y la corrupción en la región ha superado en bochorno a la primera declaración del jefe del clan ante ese mismo órgano, algo que se antojaba imposible. Si en su primera comparecencia Pujol se atrevió a abroncar a los presentes por atreverse a pedirle explicaciones sobre la fortuna amasada por su familia durante su mandato, en esta ocasión ha decidido reírse de todos ellos y, de paso, de los literalmente defraudados ciudadanos.

El ex molt honorable sólo intervino para lanzar reproches a los diputados que le preguntaban y hacer declaraciones disparatadas y contrarias a los hechos según su propio relato, como cuando dijo que siempre ha procurado "ser estricto en las declaraciones de Hacienda" y cuando despreció las gravísimas acusaciones que pesan sobre él con un desvergonzado "dicen, dicen, dicen".

Más grotesca fue, si cabe, la declaración de su esposa, Marta Ferrusola, que sin el menor pudor y en contra de toda evidencia aseguró que su familia no tiene "ni cinco", y que las veces que ha ido a Andorra ha sido exclusivamente para esquiar. Por su parte, el hijo mayor del matrimonio negó haber recibido comisiones de empresarios a cambio de contratos con la Generalidad y atribuyó el tren de vida del clan a que la fortuna familiar era "muy alta", justo lo contrario de lo que minutos antes había sostenido su madre.

La actitud de los Pujol convirtió la sesión en una pantomima siniestra. Los exabruptos del padrino nacionalista, el cinismo inaudito de su esposa y la negativa a declarar de su hijo mayor, responsable de administrar los fondos del clan, dieron lugar a un espectáculo que debería avergonzar a los partidos nacionalistas y a sus votantes.

Algo así de vergonzoso es posible en Cataluña por la existencia de un nacionalismo corrupto hasta la hez, que se ha hecho con todos los resortes del poder. Solo la excepción de Ciudadanos, con su ejemplar comportamiento en este grave asunto, consigue dignificar en parte a unas instituciones catalanas corrompidas a conciencia por los nacionalistas.

Como dijo acertadamente el diputado de Ciudadanos Carlos Carrizosa, "estamos asistiendo al derrumbe de una época"; sólo que el nuevo tiempo quieren gestionarlo los mismos corruptos, aliados con lo peor del radicalismo pretendidamente antisistema, encarnado en ese personaje impresentable llamado David Fernández que hace gala de su zafiedad desde la mismísima presidencia de una comisión de investigación indigna de tal nombre.

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