Por mucho que el nuevo tiempo político en el que España ha entrado tras las últimas elecciones exija a los partidos una capacidad de pacto y entendimiento muy superiores a las que hasta ahora eran habituales, Pedro Sánchez debe entender que, así como es imposible mezclar agua con aceite, también en política hay uniones que son irrealizables.
Ciudadanos ha dicho por activa y por pasiva que no tiene nada en común con Podemos y que no puede haber un punto de encuentro entre naranjas y morados, algo que también han repetido hasta la saciedad los de Iglesias –éstos, además, con el tono chulesco y casi insultante que les caracteriza–.
Por lo tanto, ese pacto con unos y con otros en el que el socialista está empeñado es un imposible en el que Pedro Sánchez debería dejar de insistir, un malabarismo político que puede servir para la estrategia electoral del PSOE, pero que también puede echar por tierra el papel de hombre de estado que está empeñado en construirse desde que el Rey le encargase la formación de gobierno.
Hay, no obstante, otra posibilidad que es aún peor y a la que muchas filtraciones y rumores periodísticos señalan, rotundamente desmentidos por Ferraz, justo es decirlo: que ese Frente Popular con Podemos sea lo que en realidad busca Pedro Sánchez.
Lo cierto es que un gobierno en minoría, apoyado por la izquierda más radical y los nacionalistas, sería una pésima decisión tanto para España como para el propio PSOE, pero en cualquier caso ya es el momento de que Sánchez y su partido elijan lo que quieren ser y con quién quieren serlo: si van a ser el partido socialdemócrata institucional cuyos equivalentes podemos encontrar en todos los países de Europa, o si van a ser el felpudo que dé la bienvenida al poder al radicalismo bolivariano.
Mientras tanto, bien haría Ciudadanos en moverse con cautela en su relación con un socio que día tras día les ofrece motivos para desconfiar. Los de Rivera han demostrado hasta el momento capacidad para el pacto y una gran voluntad para que su contribución a la política nacional sea eficaz y positiva, pero podrían quedar en una posición muy desairada que, en lugar de ese partido voluntarioso y tenaz que han venido siendo, les convirtiera a ojos de los votantes en una formación amateur de la que otros se han aprovechado.

