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Miguel del Pino

Fantasía

¿De verdad es necesario disparatar sobre toda clase de catástrofes mucho más imaginarias que científicas?

¿Recuerdan aquella película de Disney que incluía unas escenas en que se describía la extinción de los dinosaurios a causa de un supuesto "cambio climático"? Por otra parte se trataba de una verdadera obra de arte, una de las maravillas de la factoría. Fantasía, que tal era el título, jugaba con el mundo de la música y las imágenes y, en el caso de la desaparición de los grandes reptiles la secuencia era sobrecogedora.

Las diferentes familias de dinosaurios se arrastraban agonizantes por un desierto ardiente en medio de un sol abrasador donde terminaban por sucumbir. Espectacular e impactante, pero lamentablemente falso.

En su momento no se abrigaba la sospecha de que la causa de los cambios de flora y fauna que han marcado la sucesión de las eras geológicas pudieran estar condicionados por impactos de asteroides y cometas contra la Tierra, pero parece que tal fue la verdadera razón de que los dinosaurios terminaran su carrera evolutiva. Fantasía era muy bella, pero no tenía razón, al menos en este punto de su trama.

La pasada semana han tenido lugar de forma sucesiva dos reuniones relacionadas con el llamado "cambio climático". En primer lugar la Cumbre del Clima de París, y a continuación la de Nueva York, en que se han firmado los acuerdos salidos de la anterior. Como no podía ser de otra forma llueven ya los comentarios ecologistas, que por lo general son, una vez más, extraordinariamente negativos y pesimistas.

Centrando el tema, las recomendaciones de estas "Cumbres del Clima" tratan de conducir la actividad industrial y urbana a un punto de emisión de contaminación que no implique una subida mayor de un grado y medio en la temperatura media de nuestro sufrido planeta de cara al año 2050. Hasta aquí todo parece claro.

Tan claro que cada vez son menos los que se atreven a objetar acerca de que las consecuencias de las emisiones de gases industriales debidos a la actividad humana puedan ser previstas con una exactitud tan extraordinaria. El método científico, basado en la experimentación y demostración de las hipótesis, ha sido sustituido por la adoración al "Dios consenso". Como lo aceptan casi todos, casi nadie se atreve ya a contradecir la supuesta verdad absoluta que ofrecen los modelos de ordenador y sus intérpretes politizados.

En su comunicado respecto a las recientes Cumbres, Amigos de la Tierra llega a afirmar que si se superara el límite de elevación de la temperatura global hasta un nivel de tres grados, entraríamos un unas circunstancias "incompatibles con un planeta habitable". Algo comparable a la angustiosa odisea final de los dinosaurios de Fantasía.

Como es natural después de tantas premoniciones catastrofistas desde el punto de vista ecologista vienen las implicaciones políticas que en los tiempos que corren no podían estar exentas de populismo. Se pide que en nuestro país se alcance un modelo energético a base de "energías limpias en manos de la gente".

Nadie en su sano juicio se atreverá a estas alturas a oponerse a que se tomen medidas eficaces y urgentes para evitar la contaminación, a que se aumente la financiación a la investigación científica para mejorar la obtención de energía por fuentes cada vez más limpias o a que se trate de ayudar a los países menos desarrollados o no industrializados para que se sumen al logro de los objetivos de evitar el aumento de las emisiones de gases contaminantes, pero ¿de verdad es necesario disparatar sobre toda clase de catástrofes mucho más imaginarias que científicas?

Hay algo muy real y científicamente demostrado que apenas se toma en cuenta a la hora de trabajar para la disminución de la contaminación, y no necesita para nada el mantra del "Cambio climático". Nos referimos a la influencia de las emisiones de gases nocivos en la salud y la supervivencia de las poblaciones humanas, y también del mundo vegetal y animal, nuestros compañeros en esta gran nave con vida que es nuestro planeta.

México Distrito Federal se lanzó de manera febril a la instalación de depuradores en todas sus fuentes de emisión de gases cuando se produjo una mortandad masiva de pájaros que caían de los árboles fulminados cuando la contaminación debida a la industria llegó a superar lo que se llamar "factor limitante"; ésta fue una de las lecciones que quedan en el olvido ante la insistencia sobre el "Cambio climático".

Se podrían aducir también muchas razones para conseguir que la financiación de los países no desarrollados se hiciera de manera justa y no sólo por solidaridad o por conceptos filantrópicos o religiosos, sino también para beneficiarnos todos de las consecuencias de tal actuación en forma de réditos de paz global y de mejores intercambios. De aquí a afirmar que el problema de los refugiados europeos se debe al "Cambio climático" se establece un verdadero abismo.

Hay que seguir trabajando; de manera menos espectacular, más seria y sobre todo más científica. El sueño del bienestar humano a consecuencia de la revolución industrial del siglo XIX se está desvaneciendo al comprobar la falta de sostenibilidad de los modelos por la contaminación que han generado. Además, los combustibles fósiles se están agotando, pronto faltarán recursos. ¿La solución? sin duda la investigación científica.

El momento en que nos encontramos es especialmente importante. Se ha calificado de "punto de no retorno" y es posible que esto sea cierto, es decir, que podamos provocar cambios irreversibles en algunos de los condicionantes de nuestros ecosistemas, pero de aquí al atrevimiento de las predicciones exactas y de la determinación de las relaciones causa-efecto sin seguir con exactitud el método científico dista un verdadero abismo.

Sea cual sea el consenso que alcancen los políticos.

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