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Carmelo Jordá

¡Ataca, ataca… a Ciudadanos!

Hay algo todavía peor en esta táctica del partido arriolita: que no es muy inteligente.

Hay algo todavía peor en esta táctica del partido arriolita: que no es muy inteligente.
Tarek.

Mariano Rajoy ha aclarado este martes que la campaña del PP va a consistir en intentar machacar a Ciudadanos. No es que nos sorprenda porque fue lo que los populares hicieron en diciembre antes y después de las elecciones, y es lo que han venido haciendo algunos señalados dirigentes –en esto se ha significado especialmente Javier Maroto, que ha batido bastantes marcas tanto en bajeza como en estupidez política– día sí, día también, cada vez que les han acercado un micrófono televisivo.

Sin embargo, que algo sea esperable y poco sorprendente no lo hace menos bochornoso: con España amenazada por el populismo bolivariano y el separatismo totalitario, el PP centra sus críticas en el único partido del arco parlamentario que quizá no sea perfecto -de hecho no lo es-, pero con el que sabe que puede contar en la lucha contra ambos problemas. Y lo hace, además, para intentar arrebatarle un puñado de votos que no necesitaría tanto para gobernar –puesto que el posible Gobierno pasaría con toda probabilidad por una alianza con Ciudadanos- como para apuntalar a un Mariano Rajoy que se niega a darse cuenta de que es un muerto viviente o, como decían en algunas películas de vampiros, un no-vivo.

Hay algo todavía peor en esta táctica del partido arriolita: que no es muy inteligente. Y es que la idea de atacar a Ciudadanos parte de un supuesto que el 20-D y las encuestas posteriores han desmentido: que el electorado de los de Albert Rivera es en realidad un grupo de votantes del PP prestado que puede volver al redil en cualquier momento. No es cierto, no lo es al menos mientras persistan las razones que han llevado a millones de electores a abandonar a los populares: la indefinición ideológica, la cobardía política y, por supuesto, un candidato como Mariano Rajoy, que provoca rechazo hasta entre los que lo votan.

Lo más triste de todo es que en un partido en el que hay pocas cosas tan mal vistas como pensar, una jauría de obedientes medianías y nulidades -el Rajoyesco Cuerpo de Difamadores, como los ha definido con extraordinario acierto Juan Carlos Girauta-, se va a pasar la campaña atacando a aquellos con los que tendrán que intentar pactar a partir del 27 de junio. Rompiendo relaciones, dinamitando puentes y haciendo más difícil el futuro acuerdo.

A ellos les da igual porque, en su infinita soberbia –nunca menos creyó ser más-, creen que los de Rivera estarán obligados a comulgar con las ruedas de molino de la gobernabilidad, pero ya veremos si esta campaña contra Ciudadanos no se convierte en un bumerán que pasada la cita con las urnas sirve al partido naranja como excusa y palanca para arrasar con estos genios de la estrategia.

Y mientras tanto, Podemos a lo suyo, que de esos sí que no dicen ni mu.

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