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Un voto por La Raza

Se acabó el negocio de estos empresarios que se atrevieron a denunciar a un PSOE corrupto.

Muchas cosas comenzaron en el restaurante La Raza de Sevilla. Pedro Sánchez Cuerda y José Ignacio de Rojas, empresarios del Grupo La Raza, grabaron una conversación mantenida el 27 de enero de 2009 con Fernando Mellet y Daniel Ponce, exdirectivos de Mercasevilla. En ella se oyó con claridad cómo se les pedía que dejaran un maletín olvidado con 300.000 euros y que pagaran otros 150.000 más a cambio de que les adjudicaran la Escuela de Hostelería, proyecto que la Junta había subvencionado previamente con 900.000 euros. Una mordida del 50 por ciento.

En vez de tragar y aguantar como muchos, los empresarios denunciaron el caso a la Junta, a un estrecho colaborador de Manuel Chaves. Cuando ni la Junta de Andalucía ni el Ayuntamiento pudieron impedir que las grabaciones salieran a la luz, llegaron los hechos a la Fiscalía de Sevilla. Había comenzado el caso ERE, uno de los más grandes escándalos de la reciente historia de España. Ahora, Manuel Chaves, José Antonio Griñán y, en realidad, toda la cúpula andaluza del PSOE y de la Junta están procesados por los delitos de prevaricación y malversación de caudales públicos.

Pero el PSOE, como ha recordado Susana Díaz, el PSOE sigue siendo mucho PSOE en Andalucía (eso sí, menguando adecuadamente). Ahora, el Ayuntamiento de Sevilla, que rige el socialista Juan Espadas (amigo de Susana Díaz), está perpetrando el desahucio de los empresarios de La Raza del local que tienen alquilado al Consistorio con renta antigua. Es más, ha decidido el cambio de uso del espacio público para que no pueda volver a dedicarse a la hostelería. Esto es, se acabó el negocio de estos empresarios que se atrevieron a denunciar a un PSOE corrupto.

El restaurante La Raza y el bar Citröen, que está enfrente, son espacios públicos procedentes de la Exposición Internacional de 1929. Desde 1954, en el camino al Parque de Maria Luisa y la Plaza de España y junto a la universidad, el Citröen, menos fino, ha sido barra preferida de los estudiantes. Para ir a La Raza había que tener más posibles. Ahora van a morir, junto con sus centenares de puestos de trabajo, entre fijos y eventuales. Seguramente no es más que una coincidencia que fueran empresarios del grupo los que iniciaran con su denuncia el caso ERE. Pero no me negarán que es un pedazo de coincidencia.

Por eso, y en plena campaña electoral, levanto la bandera de La Raza, donde disfruté el sábado de la boda entrañable de unos amigos, y pido que, por si acaso se toma el asunto como una venganza fría y calculada del PSOE, y porque va a ser difícil vivir en Sevilla sin La Raza y el Citröen, se impida este desahucio, que viene, este sí, ataviado con el silencio cómplice de PSOE, de Podemos y de IU, entre otros. Va por La Raza.

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