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La gran oportunidad de Albert Rivera

Es el momento de Rivera, de cuyas decisiones depende que España vuelva a ser un país moderno, próspero y respetado en la escena internacional.

El resultado de las elecciones del pasado domingo dibuja un panorama parlamentario del que cabe extraer una serie de conclusiones. La primera de ellas es la victoria incontestable de Mariano Rajoy, que recupera 14 escaños respecto al pasado 20-D (en realidad, 21, como demostramos en Libertad Digital) y tiene a mano seguir presidiendo el Gobierno, a poco que consiga el apoyo de Ciudadanos y la abstención de algunas fuerzas minoritarias.

Este 26-J ha dejado, además, una considerable pérdida de apoyos de la extrema izquierda, que parecía tocar con los dedos el palacio de la Moncloa, y la consolidación del PSOE como el principal partido de la oposición, pese a haber obtenido el peor resultado de su historia.

En estas circunstancias, es obligado dirigir todas las miradas a Albert Rivera. El líder de Ciudadanos puede desempeñar un papel determinante en la configuración de una mayoría parlamentaria que permita la formación de un Gobierno estable y evite una tercera convocatoria electoral.

Ciudadanos es el partido del que depende, en buena medida, la posibilidad de que se acometan las reformas necesarias para regenerar la vida política, consolidar sobre bases sólidas la salida de la crisis económica y abrir una ventana de esperanza para el futuro de las próximas generaciones.

Los planteamientos del partido naranja en asuntos esenciales, como la despolitización de la Justicia, la limpieza de las cloacas del Ministerio de Interior o una reforma a fondo que modernice el sistema educativo, tienen ahora la posibilidad de ser llevados a efecto bajo el impulso de un nuevo Ejecutivo. Para ello, Rivera deberá dejar de lado los apriorismos tajantes que han jalonado sus mensajes durante la campaña y actuar de acuerdo con las circunstancias del nuevo tiempo político.

Ciudadanos, que se ha comportado electoralmente con una fortaleza inusitada, a pesar de que el resto de partidos ha hecho una fuerte campaña en su contra, tiene ahora que traducir ese importante suelo electoral del que se ha dotado en una herramienta efectiva para contribuir al despegue definitivo de España.

Es el momento de Rajoy, pero también es el momento de Albert Rivera, de cuyas decisiones en las próximas semanas depende que España vuelva a ser un país moderno, próspero y respetado en la escena internacional y abandone de manera definitiva las tentaciones totalitarias surgidas al socaire de la crisis económica y de la corrupción política.

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