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Luka Doncic: el jugón que aún no ha empezado a jugar

¿Qué ocurrirá el día que Doncic se enfade y aplaste al rival? Pues que los contrarios necesitarán asistencia psicológica el resto de la temporada.

¿Qué ocurrirá el día que Doncic se enfade y aplaste al rival? Pues que los contrarios necesitarán asistencia psicológica el resto de la temporada.
Luka Doncic, durante un partido de la Euroliga esta temporada. | EFE

La nueva joya del baloncesto europeo es Luka Doncic, un chaval de 17 años cuyo dominio de los distintos aspectos del juego y desparpajo en la cancha recuerdan a Drazen Petrovic, de imborrable recuerdo para todos los amantes del baloncesto, incluidos los aficionados de los clubes a los que machacó una y otra vez con sus provocaciones, tanteos de escándalo, canastas inverosímiles y acreditada mala follá.

Cuando el equipo blanco juega fuera de casa la gente va al pabellón a ver al Real Madrid; los que disfrutan realmente del baloncesto van a ver a Doncic. El Madrid tiene en estos momentos, con gran diferencia, el equipo más potente de Europa. Tan sólo rusos y griegos pueden hacerle frente, y eso únicamente los días en que todo les salga redondo, que no suelen abundar a lo largo de la temporada. Los demás bastante tienen con evitar acabar vapuleados. El equipo en conjunto es una apisonadora, pero Doncic está un peldaño por encima de todo lo que ha dado el baloncesto europeo en las últimas décadas.

Lo más asombroso de este niño esloveno es que, en realidad, aún no ha comenzado a jugar en serio a este deporte, algo que se percibe perfectamente viéndolo en acción a pie de cancha ya desde el calentamiento inicial. Los demás jugadores se ejercitan con profesionalidad mientras él encadena cinco triples seguidos sin perder el ritmo de la canción que en esos momentos atruena por la megafonía, cuya letra tararea como haría cualquier otro joven de su edad peloteando en el patio del instituto.

Durante el partido juega con solvencia, encara a jugadores que le doblan en kilos y edad, entrega un par de asistencias inverosímiles y, si hace falta, anota también. En fin, lo que le diga Sergio Llull, una especie de hermano mayor en la cancha al que trata con la reverencia típica de los buenos chicos. ¿Qué ocurrirá el día que Doncic se enfade y decida aplastar al rival? Pues que los jugadores contrarios necesitarán asistencia psicológica durante el resto de la temporada, pero eso ocurrirá en la NBA, el destino natural de este talento europeo convertido en el primer jugón del continente. Y eso que aún no ha empezado a jugar de verdad.

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