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Antonio Robles

¡Paremos la infección!

El Poder Judicial y el Ejecutivo hacen política, y el Legislativo es incapaz de distinguir entre la autoridad y el autoritarismo. Nadie hace lo que debe.

El próximo domingo, 19 de marzo, a las 12 de la mañana saldrá de la Plaza Urquinaona (Barcelona) una manifestación impulsada por SCC para mostrar el rechazo de los ciudadanos al golpe de Estado institucional que nos están retransmitiendo en directo las 24 horas del día, día sí y día también, desde TV3, desde el Parlamento y el Gobierno, y niegan después ante los tribunales. Bajo el lema Aturem el cop separatista!

¿Por qué habríamos de sumarnos a esa manifestación cuando tenemos un Gobierno legítimo que tiene todos los instrumentos de un Estado de Derecho para impedirlo? La pregunta es evidente por paradójica: porque el Poder Judicial y el Ejecutivo hacen política, y el Legislativo es incapaz de distinguir entre la autoridad y el autoritarismo. Nadie hace lo que debe.

Vuelvo a formularla: ¿por qué habríamos de sumarnos?

Seguramente hay mil motivos: porque el Gobierno de la Generalidad y la mayoría del Parlamento autonómico incumplen la ley y se mofan del Constitucional enmascarados en valores democráticos. Por su cinismo, su hipocresía, su valentía ante los medios y su cobardía ante los jueces. Por su abuso de poder, por su flagrante contradicción en la exigencia del derecho a decidir la independencia mientras niegan el derecho a decidir el derecho a estudiar en la lengua española. Por la división provocada en Cataluña entre catalanes de verdad y colonos españoles, entre catalanes de primera y de segunda en nombre de la identidad y la mentira. Por la falsa defensa de la cohesión social, cuando hacen lo imposible por quebrarla. Por el insoportable supremacismo, insolidaridad, egoísmo de todo el proceso. Por la violación de la soberanía del resto de españoles, por el anacronismo de fronteras en una Europa que nació para borrarlas. Por el derecho a resistirnos a una versión regional de la guerra civil…

Cada uno tiene sus motivos. Yo me sumaré por el asco insoportable que me provoca la intoxicación de la mente y el corazón de la sociedad catalana llevada a cabo por madrazas disfrazadas de organizaciones cívicas, mediante técnicas intelectuales y emocionales propias de los peores sistemas goebbelsianos. Pondré dos ejemplos:

El primero, del dibujante, escritor y activista lingüístico Enric Larreula. Pertenece a esa generación de apóstoles de la lengua catalana que inundaron las escuelas de la inmersión y que, parapetados en la normalización inicialmente justificada, ejercieron de catalibanes obsesionados por construir una nación étnica basada en la lengua propia. En ello siguen. Pues bien, en una viñeta de este pájaro, una señora le dice a otra: "¿Cómo eres independentista si no has nacido aquí?". Y le contesta la otra: "Por dos razones: la primera, que los catalanes siempre me han tratado como si fuera catalana y eso me ha convencido. La segunda es porque el Estado siempre me ha maltratado como si fuera catalana, y esto me ha decidido".

Cometería un abuso pretender desvelar (como si fuera difícil verlo) todo el veneno pestilente que destila esta miserable viñeta; pero lo cierto es que hoy, en Cataluña, esta perniciosa mentalidad inspirada en la pedagogía del odio está digerida por una parte de la sociedad con pasmosa naturalidad. Y de esta materia ponzoñosa está hecha la indignación independentista, de la que sale su superioridad moral inducida. De esta, y de miles de intenciones y acciones a las que hemos estamos sometidos en Cataluña desde que Jordi Pujol llegó a la presidencia de la Generalidad.

El segundo lo trae a colación Dolça Catalunya con un título revelador a imagen y semejanza de la pesadilla nazi: ya está aquí la estrella de David para locales castellanoparlantes, versión virtual siglo XXI. Entren y lean. Lo que ya está bien descrito, cualquier pincelada de más lo emborrona.

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