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Amando de Miguel

La simbiosis de la vida colectiva

Se podrían multiplicar los ejemplos en los que una parte de la sociedad se beneficia de los males que causan ciertos individuos.

La simbiosis es un artilugio de la evolución biológica por el que ciertos organismos se asocian íntimamente con los de otra especie, de tal forman que se favorecen mutuamente. El caso típico es el de los pajarillos que viven a lomos de los búfalos y otros cuadrúpedos; encuentran así protección y se alimentan de los parásitos que pudieran molestar al animal que los acoge. Lo curioso es queesa relación de oportunismo recíproco entre el anfitrión y el huésped se proyecta asimismo en la sociedad humana. Veamos algunas inocentes ilustraciones. Después de todo, el hombre (ahora dicen "el hombre y la mujer") es una especie animal más.

En la España actual es notorio el número creciente de robos a las empresas y domicilios. El hecho crea automáticamente un estado de alarma o preocupación en mucha gente y al final un clima de inseguridad. Una situación tan negativa genera una respuesta positiva al impulsar la creación de muchos puestos de vigilantes y policías, además de favorecer el negocio de las compañías de seguros. Es decir, resulta que los maleantes contribuyen al progreso social.

Otra preocupación colectiva es el número de uxoricidios, que se dicen "violencia de género". Menudean las noticias sobre el particular, lo que hace que crezcan las ayudas y subvenciones a los grupos feministas.

La prohibición de fumar en los establecimientos públicos cerrados ha dado lugar a la iniciativa de aumentar la instalación de terrazas en bares y restaurantes. Así pues, son muchas las personas que se benefician de tales instalaciones. Incluye a los Ayuntamientos que cobran bonitos impuestos por la innovación.

Todos recuerdan la estadística de los lunes: cuántos muertos ha habido en los accidentes de tráfico. Se agradece la tendencia al descenso de ese número. Pero también hay preocupación en los enfermos que esperan un trasplante. Resulta que de esos cadáveres (ahora dicen "cuerpos") se extraen corazones, hígados, riñones, córneas, tendones, huesos y otros órganos que pueden servir para ser trasplantados.

Se podrían multiplicar los ejemplos en los que una parte de la sociedad se beneficia de los males que causan ciertos individuos. En definitiva, unos ayudan a los otros y en general se facilita la vida. "No hay mal que por bien no venga", asegura la sabiduría popular.

La simbiosis social tiene también su aplicación en el ambiente (ahora dicen "ámbito") político. En la discusión sobre los Presupuestos Generales del Estado, mediado ya el año de su aplicación, sobresale la inteligente conducta del Partido Nacionalista Vasco o la del equivalente de Canarias. Sus votos resultan decisivos para que se aprueben los dichosos Presupuestos. La solución es bien sencilla: los diputados nacionalistas prestan su voto al PP, el cual, a través del Gobierno, les otorga pingües ayudas y concesiones. No es nada extraño. En realidad, se repite la fórmula (ahora dicen "algoritmo") que se diseñó para la entera Transición democrática, que ahora termina. Los diputados y senadores en las Cortes no intentan representar los intereses del pueblo español sino los de los grupos políticos que los emiten. Vamos, que los búfalos y los pajarillos se encuentran felices con la ayuda mutua que se prestan.

Si alguien considera que hay aquí alguna degradación democrática, piense que el error fue de principio. Todos lo aceptaron en el comienzo (ahora dicen "arranque") del régimen de partidos que nos dimos en 1978. Se trata simplemente de un flagrante incumplimiento de la Constitución al permitir que hubiera partidos que no representaran al pueblo español sino solo a una parte territorial del mismo. De ahí que haya funcionado una variante del famoso turnismo de otros tiempos. Ha gobernado siempre uno de los dos grandes partidos con el interesado apoyo de los partidos nacionalistas. Y todos tan contentos.

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