Muchos bañistas que sólo toman contacto con el mar al llegar las vacaciones veraniegas temen encontrarse con medusas durante sus incursiones acuáticas. Es cierto que las toxinas de las medusas son urticantes y muy molestas, pero infinitamente menos peligrosas que las de los peces dotados de venenos.
El accidente sufrido recientemente por uno de esos concursantes que juegan a Cocodrilo Dundee en competiciones televisivas de supervivencia que mezclan corazón con ecología, ha puesto de actualidad el tema de los peces venenosos. Su peligro no es despreciable.
38 familias de peces están dotadas de diferentes venenos y de variados aparatos inyectores para inocularlo. No suele tratarse de armas agresivas que se usen para atacar, sino de estructuras para la defensa ante predadores que suelen sumarse a un mecanismo de camuflaje.
En consecuencia, los peces venenosos peligrosos para los bañistas viven en los fondos arenosos, prácticamente enterrados o semienterrados, y causan accidentes cuando son pisados de manera accidental. Así de sencillo.
El prestigioso ictiólogo N.B. Marshall define a los peces venenosos como "perezosos peces bentónicos", haciendo referencia a su inmovilidad fijados a los fondos. Es cierto que algunas especies son bastante más activas y se mueven con agilidad entre los bosques de corales, pero no tema ser perseguido durante su baño por una de estas criaturas; simplemente tenga cuidado con no pisar sobre sus espinas dorsales y si es preciso use zapatillas protectoras cuando camine dentro del agua.
Una vez más tenemos suerte de vivir en una latitud templada cuyos mares no albergan las especies más peligrosas del planeta, pero hay varias familias, atlánticas y mediterráneas, que habitan en las costas españolas y pueden ser gravemente peligrosas.
Las costas orientales de África, Madagascar, Seychelles e Islas próximas cuentan con algunas especies potencialmente mortales para el hombre, como las del grupo de los peces piedra (Familia Synanceiidos), uno de cuyos representantes podría ser el causante del accidente de Juan, el concursante televisivo, que afortunadamente ha sobrevivido sin demasiados problemas.
Los peces venenosos presentan diferentes tipos de aparatos inoculadores, con el común denominador de estar basados en pequeñas glándulas cutáneas conectadas con espinas o con los bordes punzantes de las aletas, tanto dorsales como pectorales, e incluso con los opérculos branquiales, como sucede en los Traquínidos, conocidos como peces araña.
Algunos peces peligrosos de nuestras costas pasan tranquilamente por nuestras cocinas una vez pescados con las consiguientes medidas de prudencia: el Cabracho nos es conocido en forma de pastel, sin embargo es una de las especies de peces escorpión presentes en nuestras aguas. Su consumo es absolutamente inofensivo, no así la picadura de sus aletas dorsales.
Excede nuestro propósito realizar una clasificación de las diferentes familias de peces venenosos -ya sabemos que son hasta 38-. Citaremos algunas de las más conocidas, y las que pueden ser más frecuentes en las costas españolas.
El grupo de las Escorpenas comprende peces de fondo que permanecen camuflados y que se salvan de sus predadores cuando éstos escarmientan al tomar contacto con alguna de sus espinas. Sus principales especies con conocidas como peces escorpión, peces piedra y peces araña, según los géneros de que se trate.
Algunas especies de peces araña, moderadamente venenosas, tienen cabida en el mundo del acuario marino, por ser espectacularmente bellas, sobre todo cuando despliegan sus aletas coloreadas. Proceden del Mar rojo y del Indopacífico.
Los Traquinidos son conocidos como peces víbora, y alguno de ellos frecuenta aguas españolas, peninsulares y canarias, como Trachinus vibora y Traquinus araneae. No son tan fieras estas "víboras marinas" como puede insinuar su nombre, pero sus venenos no son desdeñables.
Estamos hablando hasta ahora de peces inoculadores, pero también hay otros que, por otros procedimientos, también pueden producir intoxicaciones graves. Es el caso de las impresionantes Morenas.
Estos peces anguiliformes, es decir de largo cuerpo en forma de cinta, se esconden en grutas de costas rocosas y cuando atacan, y muerden, suelen producir a los buceadores lesiones que inevitablemente se infectan y necesitan terapia antibiótica.
La secreción mucosa de los costados de las morenas cuenta con fama de venenosa, sin que, hasta el momento, se conozca exactamente una sustancia con tal carácter en su composición.
Las Rayas y otros miembros del grupo de los peces cartilaginosos también tienen aparatos inyectores de veneno. Algunos pocos tiburones pueden inocularlo con la aleta dorsal; las rayas, que son aplanadas y viven en los fondos, cuentan con un verdadero arpón generalmente situado en el extremo del cuerpo. Este arpón dentado, que suele llamarse hierro, puede dispararse y capturar presas a cierta distancia y constituye el más complejo de los aparatos inyectores de veneno en el mundo de los peces.
Desde el punto de vista práctico, son varias, aunque no demasiado numerosas, las especies de peces tóxicos que puede encontrar un bañista en las costas españolas. Los grupos más peligrosos frecuentan mares de otras latitudes, pero es conveniente tomar precauciones si se nos informa de la presencia de alguna de estas especies en el entorno en el que pretendemos caminar con los pies dentro del agua, o pescar. Como antes recomendábamos, las zapatillas de goma son una opción excelente.
En cuanto a la composición de las toxinas de los peces ponzoñosos nos encontramos con un déficit científico en su conocimiento. Hay que seguir investigando, no sólo para conseguir antídotos que puedan mitigar las consecuencias de los accidentes por inoculación, sino también por el interés de la posible utilización de estos principios químicos en la farmacopea y en definitiva en la medicina.
Existen antídotos para pocas especies, entre ellas las de los peces piedra, que pueden ser frecuentemente mortales. La gran mayoría de las demás se trata de manera sintomática, mitigando los dolores, la infección, el edema, las hemorragias, así como las parálisis del órgano afectado que suelen producir muchas de ellas.
En definitiva no se trata de alarmar, pero sí de advertir la necesidad de guardar normas elementales de prudencia. La inmensa mayoría de los accidentes por inoculación de ponzoñas de peces se produce al pisar los fondos arenosos costeros. Los buceadores, generalmente más expertos y mejor informados, suelen salir indemnes de su aventura submarina.