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EDITORIAL

Pepu Hernández, otro petardazo de Sánchez

Como casi todo lo que hace este presidente de auténtica vergüenza ajena, lo de Hernández no ha sido más que una pésima operación publicitaria de escasísimo recorrido.

Han bastado unas horas y una exclusiva periodística para que se desvanezca todo el brillo del flamante fichaje de Pedro Sánchez para competir por la Alcaldía de Madrid.

Es bastante dudoso que Pepu Hernández, persona sin ninguna experiencia política y de cuya popularidad no se tenía apenas noticia desde hacía ya bastantes años, sea el líder que necesita el PSOE para sobrevivir en la capital, donde las encuestas lo sitúan muy merecidamente en un deplorable quinto lugar. Salvo que Hernández dé la inimaginable campanada y se revele un auténtico animal político, que es lo que necesita este PSOE madrileño moribundo y entregado de la manera más lacayuna al carmenismo, lo único que podía aportar su fichaje era atención mediática positiva. Ahora, tras hacerse público que posee una de esas sociedades mercantiles demonizadas por el doctor Sánchez, moralista por cuenta ajena, ni eso.

Por supuesto, la sociedad de Hernández es no sólo legal sino legítima: como no dejamos de insistir en Libertad Digital, cualquier contribuyente tiene el derecho –casi el deber– de utilizar las herramientas legales a su alcance para tributar lo menos posible. Pero la cuestión no es esa: la cuestión es el listón moral que Sánchez, el presidente aupado por racistas, golpistas, comunistas y proterroristas, impuso a quienes estuvieran bajo su férula.

Como casi todo lo que hace este presidente de auténtica vergüenza ajena, lo de Hernández no ha sido más que una pésima operación publicitaria de escasísimo recorrido, en la que no se ha hecho un trabajo de selección previo mínimamente serio. Ha sido una chapuza, otra más.

La improvisación, la irresponsabilidad y la incompetencia son anticualidades que retratan a un presidente pésimo-patético que ha demostrado en innumerables ocasiones que se mueve por golpes espasmódicos de efecto y que no tiene escrúpulos ni una sola idea buena para el país y para su capital, que por su culpa padece un Gobierno de extrema izquierda de pesadilla.

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