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Santiago Navajas

Un Gobierno clitoricéntrico

La ministra Dolores Delgado es como una hiena del poder. Sea dicho no solo con respeto sino con admiración.

La ministra Dolores Delgado es como una hiena del poder. Sea dicho no solo con respeto sino con admiración.

Las hienas son una especie matriarcal porque las hembras dominan las manadas. Las hembras son más grandes, más musculosas y más agresivas que los machos. Rebosantes de testosterona, y con un clítoris del tamaño de un falo masculino, las hienas hembras mantienen a los machos sometidos a un régimen de terror, control y sumisión gracias a una violencia tal, que un Hobbes humorístico hubiese dicho, parafraseandose a sí mismo: si el hombre es un lobo para el hombre, entonces la mujer es una hiena para la mujer.

La ministra Dolores Delgado es como una hiena del poder. Sea dicho no solo con respeto sino con admiración. En el sentido en que se decía que Dick Cheney era un halcón. En uno de sus periódicos subidones de testosterona, la ministra de ¡Justicia! lo mismo llama "maricón" a un juez famoso por su orientación sexual que le ríe las gracias a un comisario de las tinieblas cuando le cuenta que está chantajeando a políticos y banqueros para conseguir "información vaginal". Por no hablar de cuando insinúa que sus compañeros de los juzgados aprovechan las visitas profesionales a otros países como si fuesen turistas del placer.

Por ello, no debe entenderse como una descalificación que Delgado se refiriera a la manifestación a favor de la unidad de España de Abascal, Casado y Rivera como "derecha trifálica", sino como una proclamación de orgullo falocrático por parte de la ministra socialista. Porque nadie ha demostrado tener el falo más grande en la política española (entendido falo como símbolo de poder arbitrario y autoritario),que Dolores Delgado, ante la cual el ministro Grande Marlaska se ha arrastrado, humillado y sometido, sonriendo con servilismo y afectación cuando en su cara explicó que llamarlo "maricón" había sido poco menos que una muestra de cariño y afecto. Es triste salir del armario para tener que meterte más tarde en el guardarropa de tu compañera de gabinete.

Pero es que en general el Gobierno socialista podría denominarse "el matriarcado de las hienas clitoricéntricas". Porque parece meridiano que la propia Delgado, Carmen Calvo, María Jesús Montero e incluso la portavoza Isabel Celaá llevan la voz cantante y dominatrix, frente a unos ministros demediados y con un perfil tan bajo, sufriente y difuminado que parecen retratos de Francis Bacon. Ahí tienen a Borrell abandonado ante los escupitajos nacionalistas. Ha sido Calvo la que ha gestionado la sumisión del sanchismo a los golpistas, Montero la que ha puesto patas arriba el Parlamento con su voz aguardentosa y su estilo tabernario y Celaá la que ha tenido los ovarios de presentar la enésima Ley de Educación justo el día en el que se anunciaban nuevas elecciones.

Las hienas tienen mala fama porque parecen feas, sucias y posmodernas, frente a la belleza clásica, elástica y renacentista de leones, leopardos y guepardos. Pero esto no es sino un constructo social felino. Una reivindicación del feminismo de género pasa urgentemente por reconocer la belleza escondida de las hienas, metáfora de que el acabamiento de la dominación heteropatriarcal está por terminar y esperanza de un Gobierno por y para las mujeres, leyes de género mediante. La testosterona ya no es un privilegio masculino y un Gobierno multiclitorideal a fuer de testosterocéntrico encarnado en Carmen, Dolores, Isabel y María Jesús no solo es posible sino que es, como diría el marido de Simone de Beauvoir, "el humus de todo pensamiento particular y el horizonte de toda cultura".

PS. Ahora dice Dolores Delgado que fue un lapsus y que en verdad quiso decir "tricéfalo" en lugar de "trifálico". Reconozcamos su derecho a follar.

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