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Amando de Miguel

Más falso que Judas

Son innúmeras las citas falsas que se divulgan en nuestro panorama político.

Los españoles apreciamos en lo que vale la actitud de "ir con la verdad por delante", pero con frecuencia suele resultar sospechosa de ocultación o malicia. Si bien se mira, lo nuestro es la falsedad, la mendacidad, el disimulo. La literatura clásica (desde la novela picaresca, el Quijote o el Tenorio) abunda en engaños, enredos, embustes, imposturas. Todo eso nos divierte.

Nos hallamos inmersos en la época de las malas noticias (traducción de fake news, que es singular), los falsos profetas o vendedores de falacias y martingalas. En nuestro imaginativo Derecho del Trabajo sobresalen los "falsos autónomos" (trabajadores asalariados que cotizan como autónomos para ahorrar costes a la empresa).

Son innúmeras las citas falsas que se divulgan en nuestro panorama político. Por ejemplo, "el que se mueve no sale en la foto", erróneamente atribuida a Alfonso Guerra. Realmente, la empezaron a manejar los revolucionarios mexicanos de principios del siglo XX. Entonces era más verosímil que el que se movía saliera borroso en las primitivas fotografías de entonces.

El engaño no parece nada extraordinario cuando tan apreciadas son las joyas falsas, tan convincentes las falsas lágrimas, tan útiles los falsos amigos, tan corrientes las falsedades en las promesas de los gobernantes. Los bulos son el atractivo de las conversaciones.

A los españoles nos parece risible la ingenuidad de los jueces en las películas inglesas o norteamericanas cuando solicitan solemnemente de los acusados que digan "la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad". Parece un imposible metafísico, pero parece que se lo toman en serio.

En el lenguaje cotidiano es corriente iniciar una declaración con "lo cierto y verdad es…". Nos gustan las falsas afirmaciones o las verdades de Perogrullo. En ocasiones queda bien la insolencia de las verdades agresivas, las verdades del barquero. Es algo que siempre impresiona a la tribu mendaz de los españoles. Nótese que en España casi nadie se ve procesado por falso testimonio; tan aceptada es la mentira para salir del paso. Recuérdese la tradicional recomendación del funcionario, atento a ayudar al solicitante que se ha pasado el plazo: "Ponga en el formulario la fecha de ayer".

Tan poco creíble nos parece la calificación de falsedad que necesitamos adjetivarla de forma ostentosa: "completamente o absolutamente falso". Circulan algunos enunciados rotundamente falsos, pero que pasan como si fueran ciertos. Por ejemplo, muchos políticos y periodistas aseguran que una fórmula deseada de Gobierno es "la que han dicho los ciudadanos en las urnas". Falso. En las elecciones no se nos pide opinar qué fórmula de Gobierno preferimos. Simplemente, damos nuestro voto a una lista electoral. Ni mucho menos se puede colegir que tal decisión signifique que el partido al que prestamos nuestro voto tenga que coaligarse con uno o con otro. No olvidemos que el voto es individual; es decir, no sabemos qué van a votar los otros. Claro, que luego en la sesión de investidura el voto de los diputados es nominal. No se fían del principio de la disciplina de voto.

Otra estólida afirmación que se oye con frecuencia (ahora se dice "se escucha", que no es lo mismo) es que "ETA ha sido derrotada" o que "ETA forma parte del sistema". Ambos enunciados parecen contradictorios. Puede ser que la ETA (con su artículo) se halle incardinada en el sistema político, pero eso indica más bien un éxito extraordinario. Si antes mataba era para llegar al poder. ¿Cómo va a estar derrotada si nunca ha pedido perdón por sus matanzas, ni ha facilitado a la Justicia los datos para esclarecer los crímenes?

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