Menú
Antonio Robles

Pujol miente

Pujol rechazó el concierto económico y una Hacienda propia para Cataluña porque recaudar impuestos era muy impopular.

Pujol miente de nuevo, en realidad su vida es una gran estafa. Nos mintió sobre su padre y sus negocios sucios con Marruecos en plena posguerra, con el estraperlo y el tráfico de divisas. Nos mintió con sus depósitos bancarios en Andorra, nos mintió con Banca Catalana, nos mintió con la corrupción de sus hijos, nos mintió con el 3%... y Hacienda no lo puede empapelar porque el delito ha prescrito. Treinta años han tenido para procesarlo, y desde el 2014, con confesión incluida. Ni así. Un adelanto de los Santos Inocentes.

Pero hoy traigo otras mentiras aún más peligrosas, las que manipulan el pasado para robarnos el presente. La Cataluña emponzoñada de odio que soportamos hoy es obra de sus mentiras. La última es atribuirse la paternidad de la inmersión lingüística amparándose en una cesión sacada a Adolfo Suárez a cambio de no exigir el concierto económico. ¡Miente!

De hecho, Pujol rechazó el concierto económico y una Hacienda propia para Cataluña porque recaudar impuestos era muy impopular. En esos momentos su mayor ambición era consolidarse como líder indiscutible del catalanismo. Y cobrar impuestos no ayudaba. ¿A quién habría de echar las culpas de su gestión? Su mente ladina ya había puesto en marcha el victimismo. La Generalidad sería solo la imagen de los logros. Por eso subió los sueldos de los funcionarios por encima del resto del Estado y reservó a España el título de madrastra ladrona, fiscalizadora y maltratadora.

Y ahora nos viene con el cuento de que Suárez le prometió la inmersión a cambio de que no pidiera el concierto económico. Miente más que habla. La inmersión fue impulsada por los comunistas del PSUC y los integristas lingüísticos del DEC y Òmnium Cultural. El expresidente Adolfo Suárez nunca pudo concederle la inmersión. Ni siquiera sabía lo que era. Los hechos hablan por sí mismos.

Los primeros traspasos en materia lingüística los hace Suárez el 14 de septiembre de 1978 (Real Decreto 2092/1978), y se limitan a otorgar la enseñanza de la lengua catalana como materia obligatoria. Además, se introducirá también como lengua vehicular en dos materias del currículum (gobernaba Tarradellas). El traspaso de las competencias plenas a la Generalidad se realiza con el Decreto 2089 el 3 de octubre de 1981. Mal le podría haber otorgado Suárez las competencias en inmersión lingüística si éste había dimitido como presidente de Gobierno el 29 de enero de ese mismo año, es decir, nueve meses antes. Además, en el traspaso de educación no se habla de imponer el catalán como única lengua docente. De hecho, cuando a principios de los 80 se introduce sibilinamente la inmersión en las escuelas, se hace de forma clandestina y sin ningún soporte legal. Tanto es así que cuando en 1990 el Parlamento de Cataluña fuerza la aprobación de la ley de inmersión lingüística lo hace porque la inmersión impuesta en la escuela era ilegal. La sentencia 337/1994 del TC se lo recordaba con la conjunción lingüística: ni catalán ni castellano pueden ser lenguas docente exclusivas ni excluyentes.

Estas mentiras de demiurgo nacionalista salen al quite de los balbuceos que el PSC ha hecho a propósito de la modulación de la inmersión con vistas a heredar los votos perdidos de Cs. Ni siquiera permite a los socialistas jugar a camuflar su estrategia en la imposición lingüística. Entre trileros anda el juego. También el PSC se atribuye ahora la autoría de la inmersión, ¡qué fiebre!, pero lo único cierto es que en los primeros años ochenta CiU no se atrevía a imponerla, y el PSC defendía el modelo bilingüe de Rosa Sensat, basado en el rechazo a la doble red escolar, pero respetando la lengua materna de los alumnos. Mientras, el PSUC y los integristas del DEC (organismo de enseñanza del catalán de Òmnium Cultural) se empeñaban en imponer al resto el modelo más excluyente: erradicación del bilingüismo e imposición del catalán como única lengua docente. El pulso entre bilingüistas e integristas lo acabó ganado Òmnium. Tal modelo iba como anillo al dedo a los objetivos supremacistas de Pujol. Viéndose respaldado por toda la izquierda, incluido el PSC, moduló la imposición con la determinación de un fanático. Y en esas estamos.

Temas

En España

    0
    comentarios