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Carmelo Jordá

La izquierda y los "moderados" del PP

Cuando un miembro del PP deja la política más o menos enfrentado a la dirección del partido, asciende como por milagro a la condición de "moderado".

Cuando un miembro del PP deja la política más o menos enfrentado a la dirección del partido, asciende como por milagro a la condición de "moderado".
Alfonso Alonso. | EFE.

Cuando un miembro del PP deja la política más o menos enfrentado a la dirección del partido, asciende como por milagro a la condición de "moderado". No importa las veces que se haya dicho semanas, días o incluso horas antes que ese mismo PP era la ultra ultraderecha: de repente descubrimos, oh sorpresa, que había un moderado.

¡Qué digo uno! No falla quien justo en ese trance destaca que el PP está dejando el campo de la moderación, la sagrada moderación. Pero vamos a ver, espabilados: ¡si lleváis años diciendo que los populares son el mismísimo fascio!

Hay que analizar también qué políticos del PP merecen esos desenfrenados elogios: Alfonso Alonso, que como ya habrán ustedes adivinado ha sido el que con su precipitada marcha ha provocado esta reflexión, es un ejemplo perfecto del perfil del "moderado" que la izquierda política y periodística –¡valga la redundancia!– glorifica en su despedida pero, curiosamente, no antes.

Siempre aquellos que no molesten, que no discutan, tan moderados que no digo yo que sea de izquierdas, pero desde luego que no parezcan de derechas, ni liberales ni nada fuera del más ortodoxo dogma de la corrección política. La nada ideológica y la cuasi nada intelectual, sparrings que no duren ni un asalto.

Políticos a los que por supuesto ni uno solo de esta legión de aduladores póstumos votaría jamás, como le ocurría al propio Alonso, al que de hecho ya casi no votaban ni los suyos, pero que vienen bien para insistir e insistir e insistir en el discurso de un PP que lleva desde los tiempos del dóberman moviéndose a la derecha de una forma que, de creer a la izquierda y sus acólitos televisivos, ya debería haber pasado de Japón, con tanto derechizarse.

No obstante, lo más grotesco de todo no es tanto que la izquierda acerque el ascua de esta falsa moderación a su sardina y que encima lo haga al mismo tiempo que pacta con gente tan moderada como Podemos, ERC o Bildu; lo peor es que alguien en la derecha se preocupe por los mensajes que lanzan personas tan interesadas en que le vaya bien al PP como Gaspar Llamazares, Adriana Lastra o Gabriel Rufián, por poner sólo tres ejemplos que, por cierto, también son la encarnación viva de la moderación, lo más de lo más de la modosidad política, el puritito centro, claro que sí.

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